Personaje: Stephanie



Relato procedente: "Atrapado" (Huellas del Tiempo).

Resumen: Tras leer lo que Stephanie pensaba que sería un libro interesante, fue a parar a un lugar desconocido donde encontró a un hombre que la amenazó con matarla. No era la primera vez que hacía aquello, la protagonista se dio cuenta de que se enfrentaba a un vampiro, jamás había visto ninguno pero, se sintió frágil al dejarse embaucar por su mordisco y al haberse convertido en uno de ellos. Todo ese mundo del libro donde este vampiro estaba atrapado, se abrió ante ellos y les dejó en libertad, pero no lo eran de la cadena del hambre.

Nombre completo: Stephanie Amseen Glousse.                                                  Edad: 30 años.

Ciudad natal: Nueva Orleans.                                                                Profesión: Dependienta.


Descripción física:


Mi cabello castaño claro hasta algo más abajo de los hombros, era un símbolo de mi madurez, dado que, mis padres siempre decían que el cabello largo era para niñas, con esto, tan solo quería complacerles en las reuniones familiares, aunque de poco sirviera. Mis ojos de un color miel, transmitían mi dulzura interior, ahora han cambiado, son algo más oscuros y fieros. Mis labios finos siempre se mantenían apretados, debido a las humillaciones de mis progenitores, tratando de llegar al mismo nivel que mis hermanos y fallando en el intento. Mi tez es cada vez más pálida, de hecho, mis ojos y el carmín de mis labios, es lo que más resalta en mi cara. Mi cuerpo esbelto ahora está expectante, a la espera de una bolsa de sangre fresca para paliar mi hambre.

Descripción de la personalidad:

Siempre trataba de complacer a mi familia, de mantenerme al nivel de mis hermanos, contándoles innumerables mentiras para ganarme su confianza y no me viesen como alguien inferior, algo que no me ha servido. He sentido durante mucho tiempo que soy una persona muy diferente a la que muestro normalmente en público o frente a mi familia, en el espejo contaba cosas que nadie sabía, cosas que he sido incapaz de exteriorizar con nadie. He sido alguien que finge, que se convence de que teniendo una vida mediocre no va a correr ningún riesgo. Así soy yo, insegura por naturaleza.

Una competición tras otra:

Cuando tienes un hermano y una hermana mayores que tú y, encima, con una suerte que nadie creería desde muy pequeños, no puedes evitar que cada día sea una constante competición con ellos, aunque a tus padres no les impresiones lo más mínimo. Mientras ellos traían a casa sobresalientes y unos trabajos de clase de lo más creativos con unas notas altísimas, con unas actitudes en clase intachables, una fantástica participación y un léxico impresionante, yo llegaba a penas al seis, en todas las clases me mantenía callada, bastante distraída y sin hacer demasiado caso a lo que había a mi alrededor, como decían mis profesores, estaba de cuerpo presente pero de mente ausente. Digamos que, desde el primer momento, empecé a ser la oveja negra de la familia y la niña que llevaría a sus padres por la calle de la amargura con un disgusto tras otro.

Mientras mis hermanos sacaron el bachiller con unas notazas envidiables, yo renuncié a estudiar más que la secundaria, mi decisión fue trabajar con el único objetivo de largarme de casa, allí no hacía nada y ni siquiera llamaba su atención, era la última, no tenía muchos derechos. Por un lado, quería ser la mayor, la adulta que tomaba una decisión madura, llena de objetivos a largo plazo e incansables ganas de poner un pie en mi nuevo trabajo, aunque lo único que pude conseguir para sobrevivir fue en una pequeña tienda de ropa y accesorios de mujer que me ayudaba a llegar a final de mes sin la ayuda de mis padres, algo es algo pero, no era nada comparado con una carrera en derecho y otra en medicina.

Apartada de la familia:

Durante unos tres años, estuve incomunicada de esas personas sin alma. En una de sus estúpidas comidas familiares, se atrevieron a humillarme sin venir a cuento, haciéndome sentir tan inferior como ridícula. En pocas palabras, dijeron que no tenía aspiraciones, que mi vida estaba vacía, que era pasto de los cualquiera, una más del montón, que llegaba a final de mes de milagro y que era como la típica gente pobre que se tenía que contar el dinero para poder hacer frente a todos los gastos. Es cierto, pero no me avergüenzo de ser cuidadosa con el dinero, soy muy humilde porque es lo que tengo y puedo manejar, me da para vivir y, aunque no tenga a nadie en mi vida, me basto y me sobro, pero me sentó extremadamente mal que me dijeran todo esto y decidí no volver a verlos hasta hace no más de un mes, justo cuando pasó lo inevitable.

En todo ese tiempo, no tuvieron la decencia de llamarme por teléfono para saber cómo estaba, si estaba viva o me había ocurrido algo horrible, ni siquiera tuvieron el menor interés en mí, estaba claro que no era nadie para ellos y se avergonzaban de tener una hermana tan extraña en sus vidas. Permanecer al margen no fue tan malo, fue más bien, terapéutico, pude alejarme de toda la toxicidad que les rodeaba, pude ser yo misma, al menos, durante mis momentos privados.

Atrapada en un libro:

Hace más o menos un mes, salí de casa de mis padres con los labios apretados de rabia, como de costumbre, tan solo quería perderles de vista, olvidar que existían. Me obligaron a ir porque estaba bastante cansada tras haber tenido una jornada completa en el trabajo en la que poco me dejaron respirar, demasiados clientes durante las fiestas, pero a ellos no les importó lo más mínimo porque no creían que ese fuera un trabajo de verdad, siempre tan altaneros. Para desconectar de lo ocurrido, saqué el libro que me habían recomendado unas clientas habituales de la tienda y empecé a leerlo mientras andaba, tengo la especial habilidad de poder hacer lo que me dé la gana mientras ando sin perder el equilibrio, así que, siempre aprovecho para adelantar el libro que tengo entre manos.

No sabía cómo pero, había aterrizado en un lugar desconocido, en un bosque de lo más frondoso. Confusa, decidí sentarme en uno de los bancos que había en ese parque para ver mejor a mi alrededor, recordar lo que había pasado y quizá, poder pensar en una forma para volver pero, alguien se acercaba a mi posición a paso lento. Quería detalles pero, en cuanto me di cuenta, estaba justo detrás de mí, susurrándome al oído amenazantes palabras para que temblara de miedo y escapara, algo que le hacía sentirse poderoso porque le encantaba cazar, controlar a su presa. Más tarde, me di cuenta de que tenía ante mí a un vampiro auténtico que había estado atrapado en ese libro hasta que la sangre de una mujer virgen lograra sacarle de aquel mundo hecho para él tras todos los crímenes sanguinarios que había cometido antaño. Sí, yo era esa mujer virgen porque era tan ingenua que todavía esperaba al hombre adecuado con una falsa esperanza, una pizca de ilusión al final de un túnel oscuro, jamás llegaba el momento pero yo siempre seguía esperando como una tonta. Y eso es lo único que conseguí esperando, que me mataran y me convirtieran en algo que ni siquiera yo había pedido.

El hambre:

No tenía a nadie más que lograra enseñarme a ser un vampiro como ese hombre, así que, en cuanto me dio la mano para levantarme, decidí cogerla y emprender el camino más difícil al que jamás lograría enfrentarme. Al ser la virgen que le había salvado de aquel mundo oscuro, había tenido el privilegio de ser convertida en vampiro, tal como él había planeado, no podía terminar como las otras, me merecía un premio y ese lo era. Al principio, me resultó bastante curioso pero, en cuanto mi cuerpo se revolvía cada vez que sentía la incesante sed, ese hambre atroz que recorría mi cuerpo, tan solo quería morir. Cuando pasaba esto, no podía estar en la calle porque estaba totalmente segura de que mataría a alguien, de que succionaría su carótida hasta dejarla seca y no tenía intención de hacer algo semejante. 

Todavía estoy aprendiendo a controlarlo, pero ahora ni siquiera noto el sabor de mi comida favorita. Él siempre trata de ayudarme y tenemos una unión especial debido al vínculo que existe entre creador y creado, así que, digamos que empiezo a mirarlo con ojos nuevos, espero no estar enamorándome de él, por ahora me sirve para pasar esta terrible circunstancia. Jamás pensé que todas las voces vecinas sonarían en mi mente tan alto, que no me dejarían dormir y me tendrían en vela todo el día tras una noche de excitante caza con el hombre misterioso; tampoco creía que mi rabia aumentaría tanto dentro de mí, que las emociones serían tan profundas, que dolerían tantísimo, siempre estaba triste... pero me costaba mucho más permanecer en la tienda sin arrancarles la cabeza a las clientas y succionarles la carótida. Era complicado.

Un futuro lleno de aprendizaje:

Supongo que seguiremos sin llamar la atención, bebiendo sangre de bolsas de hospitales, incluso de animales. Sigo sin sentirme cómoda con mi cuerpo, me iré adaptando como bien dice pero, no estoy segura de si el ser tan rápida y letal es bueno para las reuniones familiares que ahora quieren realizar cada semana. Hay preguntas que responder, dudas en mi mente que solucionar y todavía debo sobrevivir a mi propio caos con la sola ayuda de un vampiro de más de dos mil años y con la única esperanza de que nadie sepa quién soy en realidad. La historia de mi vida, ¿verdad?

Quizá tengamos que mudarnos en un tiempo más bien lejano, dentro de tres o cuatro años, para que nadie note que no hemos envejecido nada. Va a resultarme difícil el dejar el trabajo pero, voy a tener que pensar en grande, si necesitamos dinero, podemos sacarlo de cualquier parte sin que nadie nos detecte, entrar y salir de un banco debe de ser muy sencillo y me resulta peligrosamente excitante. ¿Debería pensar de esta forma? ¿Podré ser la misma que hace un tiempo o he cambiado para siempre? Dudas que responder...

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