Personaje: Mara



Relato procedente: "En Voz Alta" (Huellas del Tiempo).

Resumen: Tras la muerte de su novio, Mara empieza a hablar con una chica que siempre aparecía cuando más la necesitaba, como si fuera un espejismo. Al ir a la sesión con la psicóloga, se dio cuenta de que su paciente estaba sufriendo un fuerte estrés postraumático y que creía ver algo que no existía. Mara tomó la difícil decisión de empezar a tomar las pastillas para dejar de ver a su compañera de viaje que, más tarde descubrió que era ella misma.

Nombre completo: Mara Sunvers Hollin.                                                    Edad: 27 años.

Ciudad natal: Los Ángeles.                                                            Profesión: Estudiante.


Descripción física:

Mi cabello castaño hasta más abajo de los hombros, suele estar bien cuidado, le aplico varios de los geles más recomendados para el cabello, digamos que es la parte favorita de todo mi cuerpo. Mis ojos del mismo color, esperan impacientes volver a ver a mi compañera, a veces tristes, otras veces, llenos de nostalgia. Mis labios finos suelen acallarse a menudo, no me apetece demasiado compartir mi opinión, echo de menos demasiadas cosas y no sabría cómo manejar mis emociones según en qué situación me encuentre. Mi cuerpo es esbelto, difícil de manipular o poseer, vistiendo siempre ropa cómoda sin importar lo que digan los demás o la forma en la que me miren.

Descripción de la personalidad:

Siempre he sido una persona algo frágil, sensible y demasiado confiada, de hecho, creí que mi "otra yo" era alguien de verdad. Suelo solaparme a personas cercanas porque tengo miedo de mi propia soledad, temo que empiece a ser suya y deje de lado muchas de las cosas que realmente me interesan. El sentimiento de abandono lo he tenido a flor de piel y siempre he necesitado de alguien que estuviera a mi lado constantemente, es lo que ha sucedido con las dos personas más importantes de mi vida que se fueron sin más, sin tener tiempo de decir adiós ni un desesperado "te espero en el otro lado".

Sentimientos encontrados:

Desde mi infancia, siempre tuve sentimientos encontrados, más bien, no entendía las actuaciones ajenas y trataba de interpretarlas sin demasiado éxito. Mis padres impedían de forma constante que desarrollara ese tipo de sentimientos inculcándome los que de verdad me iban a servir en la vida, esos que no iban para nada con mi manera de pensar. Supongo que fue cuestión de tiempo que me encontrara a mí misma, que empezara a formar mi personalidad y me diera cuenta de que esos temas inculcados iba a borrarlos de mi disco duro mental porque no servían para nada, eran pensamientos anticuados de mentes cerradas que se negaban a abrirse un poco al mundo, a cosas nuevas y diferentes.

El empezar a ser diferente y a pensar por mí misma, hizo que muchas personas que conocía, se distanciaran de mí, e incluso, mis padres empezaron a creer que tenía una especie de tara mental, algo que llegó a ofenderme a grandes niveles. No estaba bien visto que una persona pensara por sí misma, mucho menos, que actuara como tal, así que, digamos que acepté el hecho de que empezara a ser la oveja negra de la familia y del instituto, dejé de esperar buenas acciones de las personas y empecé a interiorizar las que más quería para mí.

Un ángel caído del cielo:

Durante varios años, pensé que era la única que tenía esta forma de pensar, la única que era insultada, humillada, acallada por su alrededor... pero había alguien que me apoyaba en las sombras, que entendía cada una de mis frustraciones y las muchas ganas que tenía de que alguien me escuchara de verdad. Su sonrisa me colapsó nada más entrelazamos nuestras palabras tras las clases, me acompañó a casa y reconozco que no quería irme, tan solo quería escuchar cada una de sus reflexiones, era muy cercano, era justo lo que siempre había esperado en mi vida. 

Una conversación dio lugar a otra, nuestras miradas empezaron a tener sentido, era como si nuestros latidos palpitaran a la vez, como si se conocieran desde siempre. No había persona con la que estuviera más cómoda, más serena, tan diferente y segura... Empezamos a estar mucho más tiempo juntos, sus ojos azules me tenían embelesada, su cabello negro y corto tenía un encanto singular, sus labios gruesos esperaban ser besados por alguien con su misma forma de sentir, su tez suave y pálida me atraía tanto que no podía evitarlo por mucho que quisiera, no había tenido pareja y pasar por ese terreno peligroso hacía que me provocara terror pero, nuestros cuerpos terminaron juntándose para formar algo más, para dejar las palabras y empezar a traducirlas en pasión.

Estábamos más unidos de lo que imaginaría cualquiera, siempre éramos cómplices del otro, de nuestras risas, las interminables ganas de besarnos bajo la lluvia y enredarnos en conversaciones interesantes que sabía que con nadie más tendría. Mis padres no estaban demasiado de acuerdo en que esta relación tuviera lugar, creían que era demasiado liberal, su forma de pensar no era compartida y que me estaba influyendo negativamente. Durante un tiempo, quisieron separarnos pero, empecé a formar parte de su pequeño piso de soltero en el centro de la ciudad, tampoco se llevaba demasiado bien con sus padres y en cuanto cumplió los dieciocho decidió salir de su casa cuanto antes, así que, me invitó a hacer lo mismo, estábamos tan bien juntos que creíamos que sería un paso increíble, algo que habíamos esperado desde que nuestras miradas se cruzaron por primera vez.

Fugaz:

Es curioso lo fugaz que es la vida, lo poco que podemos llegar a quedarnos aquí y cómo podemos ser olvidados por los que creíamos nos querían. Esto le pasó a Jacob en cuanto tuvo ese accidente con su moto, no pudo evitar aquel choque mortal que lo elevó dejándolo tirado al otro lado de la carretera con los ojos abiertos de par en par y sin un ápice de respiración, el golpe había sido tan fuerte que había muerto insitu. En cuanto me enteré de la noticia a través del hospital, creí que se me iba la vida de las manos, no podía respirar, me sentía atrapada en una continua soledad los días que prosiguieron en ese piso, era como si las paredes me comieran, así que, mis padres consideraron oportuno que volviera a vivir con ellos hasta que estuviera un poco mejor, aunque con eso se referían a que me olvidase de Jacob así como así. A ellos les vino fenomenal porque no les gustaba para mí, no tenían a nadie a quién llorarle, ni siquiera les había supuesto una pérdida tal como a mí.

Todo esto, provocó un estado de vacío en mi interior. Para mí, había sido una pérdida fugaz, no tenía sentido que muriera alguien tan joven y con tanta vida por delante pero, no era yo quién dictaba las normas de la vida y la muerte, ¿verdad? No aceptaba su muerte, ni siquiera decía su nombre en voz alta, callaba mis sentimientos y evitaba las miradas ajenas, todos sabían que era "la novia del muerto", no era demasiado agradable andar por la calle y mirarles a los ojos, estoy segura de que se los habría arrancado en cuanto hubiese tenido la oportunidad para que supieran lo que es un acto de respeto tanto hacia la persona fallecida como hacia su familia. Los "olvídale, no era el chico indicado para ti" o "tampoco es para tanto mujer, ya encontrarás a otro chico con el que seguir con tu vida", no ayudaban demasiado, estaba más bien, exhausta de tanta mediocridad.

Mi otro "YO":

Según mi psicóloga, tuve una especie de estrés postraumático durante meses, por ello, empecé a ver y a comunicarme con una joven morena que siempre me escuchaba y trataba de ayudarme cuanto más la necesitaba, era justo lo que me faltaba tras la muerte de Jacob. Mis emociones estaban descontroladas, por lo que, ella me ayudaba a focalizarlas con algo de esfuerzo y dedicación, ni siquiera había preguntado por qué lo hacía pero, simplemente, valoraba su apoyo, dado que, no contaba con el de nadie más. Tras toda esta situación, mi familia se había comportado como si no importaran mis sentimientos, como si no tuviera derecho a estar triste y tampoco a echarle de menos, me sentía sola todo el tiempo, lo peor es que cada vez aumentaba.

Tras saber lo que me ocurría, no quería que esa joven desapareciera de mi vida, estábamos unidas por nuestros problemas, nuestras opiniones se complementaban y no creía que nadie más quisiera escucharme, estaba vacía. Era como si mi mundo hubiese dado un vuelco, como si todo desapareciera de mi alrededor, como si nada hubiera existido, al fin y al cabo, siempre acababa sola. Decidí tomarme las pastillas que la psicóloga me había mandado, era primordial que mirara por mi salud, tuve que decirle adiós a la única que había decidido ayudarme tras saber que "ella" era realmente yo, le había puesto otra cara para notarme acompañada, para sentir que alguien me escuchaba y comprendía todas mis emociones y sentimientos, mi mente me hizo ver a otra persona para que volviera a sentirme segura, para que pudiera estar acompañada de alguien que podría sacarme del pozo en el que me encontraba.

Abandono:

Tras la muerte de Jacob y la marcha de mi compañera de viaje, me sentí abandonada, aunque no de forma intencionada. Me quedé sola en un alrededor que aborrecía tal como ahora, sigo sin poder hablar con nadie de lo que me ocurre, sigo sin poder comunicar mis estados de ánimo... Aunque creáis que la psicóloga es suficiente, para mí no lo es, hay momentos del día en los que te sientes tan mal que crees que vas a perder la cabeza, justo en esos instantes necesitas a alguien a tu lado que te sostenga para no caerte de bruces en la oscuridad. He aceptado de alguna manera que debo hacerlo sola, ya que, con mi familia no puedo contar, ni siquiera tengo amigos y mis emociones me provocan un sinfín de sensaciones al azar, incapaz de controlarlas.

Supongo que todo se resume en que tengo que aprender a estar conmigo misma, a disfrutar de los tantísimos momentos que tengo asolas, de empezar a sanar mis heridas, de dejar que cicatricen y empezar una vida distinta, tratar de ser una persona independiente al margen de su familia, eso sería el primer paso para la libertad que siempre había estado buscando. Ni siquiera soy capaz de ver una luz al final del túnel, ni siquiera una esperanza que me haga denotar mi aproximada recuperación...

Un futuro lleno de inseguridades:

Supongo que no será la primera vez que sienta esa sensación de abandono, de vacío y soledad. Supongo que no todo seguirá sin más y las cicatrices desaparecerán como si nunca las hubiera tenido, está claro que nada será como antes, con todo esto, yo he cambiado. Un paso tras otro, unas respiraciones para eliminar la ansiedad, una inseguridad superada y yendo a por la siguiente... un futuro repleto de quizás. 

Nada ha sido fácil y no lo será ahora. Sentirme completa otra vez será cuestión de trabajo duro y dedicación, esfuerzo diario para no estar constantemente echándole de menos, para mantenerme ocupada con mis quehaceres diarios pretendiendo que las heridas cicatrizadas no vuelven a abrirse en un futuro próximo, intentando dejar el pasado atrás, tratando de ver un futuro lleno de posibilidades, algo con lo que jamás había pensado toparme. Todavía tengo mucho trabajo que hacer...

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