Personaje: Johanna



Relato procedente: "Lluvia de Estrellas" (Huellas del Tiempo).

Resumen: Johanna recordaba el pasado con la persona más importante de su vida, un romance que duró un tiempo y que sigue sintiéndolo como si fuera ayer. Se entera de que ese amor perdido, se ha casado con un hombre cuando a ella ni siquiera le gustan las personas del sexo contrario. Nadie aceptaba la relación que ambas tenían y todo ello, ha hecho que la protagonista reviva tiempos pasados porque no pudo volver a querer a nadie como a su compañera de viaje.

Nombre completo: Johanna Wilsen Cople.                                              Edad: 20 años.

Ciudad natal: Canadá.                                                                 Profesión: Fotógrafa.


Descripción física:

Mi cabello castaño fluye al viento, mientras recuerdo, mientras anhelo sus caricias. Mis ojos del mismo color, se quedan clavados en el mar, en las estrellas y en el cielo que llevan tanto de ella, de su cariño y su marcha. Mis labios finos echan de menos los suyos, sus palabras, sus besos y sonrisas. Mi tez morena va aclarándose durante el invierno pero, sigue esperándola, aguardando a momentos diferentes, complementando su piel invisible. Mi cuerpo esbelto siempre en forma, lleno de manías, virtudes y soledad, construyendo mil y un momentos junto a la nada, tan solo mirando las estrellas mientras recuerdo.

Descripción de la personalidad: 

Unas ganas de libertad incontrolables, supongo que eso es lo que me identifica. Siempre me ha gustado formar parte de momentos diferentes, de personas cada vez más distintas, pudiendo fotografiar perspectivas sin nada que ver, captando recuerdos. Me gusta poder volver atrás, a circunstancias felices y completas, que me han llenado de verdad, me han entristecido y completado de distintas emociones y sensaciones. Me encanta viajar para dejar que cada lugar deje una huella en mí y en cada una de mis fotografías, las cuales, terminan en una pared de mi habitación, llenándola de recuerdos, momentos y felicidad. No me gusta estar en un mismo lugar constantemente, me gustan los cambios, me encanta intercambiar culturas, descubrir y aprender cosas diferentes de lugares que ni creía que existían.

Una vida inesperada:

Desde que tuve la suficiente edad como para razonar y empezar con esa personalidad que fluye dentro de nosotros con fuerza y energía, me empezó a llamar la atención el mundo fotográfico, me di cuenta de que con ello, podía dejar todos mis recuerdos plasmados, podía volver a vivirlos en mi mente y verlos a través de mis ojos, no había nada tan increíble como ser capaz de provocar emociones de esta forma. Al ver esta pequeña pasión mía venida de la nada, mi abuelo me compró una cámara preciosa, hecha para que todos los que la vieran, me envidiaran, de hecho, todavía fotografío con ella, ni siquiera nos separamos.

Esa pasión, empezó a ser un trabajo cuando un amigo de la familia se fijó en mis trabajos. Creyó que tenía mucho talento y quiso traerme modelos para hacer que mi arte floreciera y saludara al mundo de forma explosiva y, así lo llevo haciendo hasta ahora. Trabajo para él fotografiando lugares, personas, modelos, hago vídeobooks, trabajo con cualquiera que quiera paralizar sus momentos perfectos y quiera pagarme por ello, sobretodo en las bodas y bautizos, situaciones de las que más beneficios saco. Ni siquiera estudié para ello, tan solo, fluyó en mí esa emoción y pasión por la fotografía, toda mi vida cambió radicalmente gracias a este talento del que hablaba Jeff, no quería perder a alguien tan valioso como yo. Él me ha permitido crecer en este ámbito y consigue vuelos baratos a cualquier parte para que pueda hacer esto, no puedo creerme esta vida que se me ha concedido sin darme demasiada cuenta.

La llegada de un amor:

En mi trabajo como fotógrafa, conocía a mucha gente, había modelos que tan solo querían que fuera yo la que les hiciera las fotos. Eeva era una joven dominicana, bastante explosiva y que me cautivó nada más me fijé en ella. Sus ojos me embriagaron totalmente, no sabía qué decir, posaba de una forma tan sensual que me había dejado sin palabras, anonadada. Algo que no solo me ocurrió a mí, dado que, tras terminar nuestras sesiones, me dio su número de teléfono, quería quedar conmigo de forma más intima, según ella, le había creado cierta curiosidad. Una quedada dio lugar a otra, ya no solo fue atracción física, ni siquiera la sensualidad que caracterizaba su cuerpo de un tono café, ni siquiera su sonrisa eclipsante, era su espíritu libre, sus palabras y el amor que transmitía al hablar, nadie me había captado de aquella manera, ni siquiera era capaz de escuchar a una persona más de cinco minutos sin aburrirme.

Un beso dio lugar a un revolcón pero, la atracción empezó a ser mucho más profunda. Hablábamos durante horas, sin cansarnos. Nuestro sitio favorito para pasar la tarde y parte de la noche era la playa, cercana a una preciosa casa donde nuestros amigos solían hacer fiestas. Nos acostábamos a ver las estrellas, a contarnos historias y a vivir a través de nuestras sonrisas. Esos momentos eran los más placenteros, reflexivos, relajantes y los que hicieron que no solo nos viéramos como una pareja, sino, como algo más que eso. Ambas decidimos mantenerlo en secreto tras medio año de estar juntas, sabíamos que nuestros padres se opondrían totalmente a nuestra relación, aunque hubo un error en todos nuestros planes.

Una dura separación:

No había nadie en mi casa aquella noche, mis padres se habían ido a cenar con unos amigos y vendrían bastante tarde. Invité a Eeva a pasar un rato agradable conmigo, hacía bastante tiempo que no hacíamos el amor y fue el único momento en que pudimos deshacernos de nuestros padres para poder estar solas. No pensamos que volverían tan pronto, mucho menos, que abrirían la puerta de mi habitación sin llamar creyendo que me había ido con mis amigos y, bueno, nos pillaron a ambas desnudas en la cama. Ya imagináis qué pudo pasar teniendo ambas una familia de mente cerrada. Gritos, palabras hirientes y amenazas para que no volviéramos a vernos, aunque no me lo creí hasta que mis padres llamaron a los suyos y les explicaron la situación, pidiéndoles que se aseguraran de que esta situación no volviera a repetirse y que sus hijas no volvieran a verse a pesar de tener dieciocho años, según ellos, no éramos adultas porque vivíamos con nuestros padres, teníamos que respetarles y era intolerable tener relaciones sentimentales con alguien del mismo sexo.

Tras una semana de castigo, salí de casa con la excusa de ir a hacer una compra para mi madre. Me acerqué a casa de Eeva a escondidas para que sus padres no pudieran darse cuenta pero, lo único que vi es que subía a un taxi con varias maletas, con lágrimas en los ojos, parecía que la enviaban a algún lugar que ni yo tenía idea. Querían asegurarse de que no volvíamos a vernos y, tanto que lo consiguieron porque ese fue el último día que la vi. Tras dos años de esto, tan solo tenía recuerdos, ni una sola llamada, conversación, mirada o sonrisa, nada...

Una tristeza llena de recuerdos:

Una tarde, llegué a casa de haber quedado con unos amigos. Mis padres me pidieron que me sentara un momento con ellos para hablarme de algo, dijeron que no tenía por qué sentirme mal ni nada por el estilo, sino que, querían que sirviera de ejemplo para mí, dado que, desde que Eeva se fue, ya no había salido con ninguna otra persona aunque, para ellos, era mejor un chico. Me contaron que Eeva se iba a casar en unos días con un hombre guapo, con un trabajo fijo, con dinero y promoviendo los deberes de una mujer frente a su matrimonio, algo que provocó que me levantara de la silla y me fuese a mi habitación sin decir una palabra. La había perdido y, desde luego, Eeva se había perdido a sí misma, había aceptado casarse con alguien que no amaba, había permitido tener relaciones con alguien que ni siquiera tenía nada que ver con ella porque le gustaban las mujeres y, como poco, había sacrificado su felicidad para contentar a sus padres, ¡absurdo!

Desde que me contaron aquello, que cada noche me acerco a la playa para ver las estrellas, no puedo evitarlo. La recuerdo tan cerca, con sus ojos posados en mi y las palabras que tanto compartíamos, era inevitable pensar en ella si nadie había conseguido hacerme sentir las mismas cosas. Para mí, fue como pasar por una dura pérdida porque ya no volvería a verla, nadie iba a ser como ella, nadie estaría a su altura, quizá renunciaba a tener una relación, quizá el amor ya no era tan importante para mí como cuando lo era al estar a su lado. Está claro que ya no soy lo que era y ella tampoco, hemos pasado a olvidarnos de nosotras y dejar paso a las opiniones ajenas...

Un futuro apartada del amor:

Sé con quién quiero estar, con quién compartir mi vida, es Eeva quién debe darse cuenta de qué es lo mejor para su vida, no soy nadie para inmiscuirme en su decisión. Llevo dos años sin saber de ella y va a seguir siendo así, seguiré recordándola, esperándola, escuchando su voz cada noche en la playa mientras miro hacia el cielo intentando encontrar su ojos en la oscuridad. A veces, sueño con que se acerca caminando por la arena a mi posición, me abraza y me vuelve a llenar con sus besos, cálidos y suaves, esos que ni siquiera tienes que pensarte demasiado.

Supongo que nunca sabré qué hubiese pasado si estuviéramos juntas, cuál sería nuestro futuro, nuestros objetivos conjuntos. Siempre dejaré mis recuerdos encerrados en mi mente, no dejaré de mirar a las personas con recelo para que no quieran demasiada relación conmigo, sé que nadie me llenará tanto como Eeva, no llegan a su altura. Siempre estará en mí, en mi corazón y en el aire que respiro, aunque sean invisibles a la vista...

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