Personaje: Aileen



Relato procedente: "Desaparecer" (Huellas del Tiempo).

Resumen: Tras un verano fantástico con las que suponía eran sus amigas, Aileen se sintió traicionada al volver a clase y vio cómo era humillada, vejada y traicionada tanto por ellas como por sus compañeros de clase al saber todas y cada una de sus intimidades. Al llegar a casa y recordar que tenía un bote de analgésicos sin usar desde hacía un año en su cómoda, decidió tomárselos hasta perder totalmente el conocimiento, el control de sí misma y, finalmente, su vida.

Nombre completo: Aileen Summers Dowell.                                             Edad: 17 años.

Ciudad natal: Seattle.                                                                 Ocupación: Estudiante.


Descripción física:

Mi cabello castaño surca hacia media espalda, cada vez envalentonándose más para llegar a la cintura, rizado y bien cuidado, aunque ese tipo de cosas no sean las únicas importantes para mí. Mis ojos del mismo color, permanecen tristes, llenos de dudas, tratando de descubrir las respuestas a tantos por qués. Mis labios finos carecen de expresión, ya no hay sonrisas, ya no creen en las miradas ajenas. Mi tez algo morena suele recordar aquellos preciosos momentos en la playa donde podíamos disfrutar del sol y de risas que se pegan, desapareciendo poco a poco al igual que mi confianza. Mi cuerpo esbelto siempre había formado parte de un estilo, más bien, moderno pero, últimamente, estaba eligiendo prendas de color negro y vaqueros rotos, me sentía reivindicativa con esa ropa tan apropiada para el momento.

Descripción de la personalidad:

Siempre fui una joven abierta con los demás, sincera, llena de vida y de objetivos por cumplir, con ansias de ver mundo. Nada de esto tenía sentido para mí tras todo lo que ocurrió, me sentía fuera de mí, era como si todo lo que conociera hubiera desaparecido y no quedara nada de lo que algún día fue importante. Empecé a ser tan introvertida que no me conocía ni a mí misma, dejé de conocer la felicidad y siempre andaba con ojeras y con los ojos caídos debido a tantas noches sin dormir, había cambiado totalmente mi perspectiva de vida, lo que creía de la sociedad, de las personas, nunca creí que fueran tan crueles, había sido aceptada hasta aquel momento donde todos mis temores se hicieron reales.

Una amistad tras otra:

Desde que era una niña, había congeniado con todos los seres que habitaban en la Tierra, siempre había entendido los problemas ajenos y me encantaba escuchar las vidas de los demás, me parecían tan interesantes que no podía dejar de preguntar, era tan extrovertida que todos querían estar conmigo, conversar o, tan solo pasar el rato. Mi vida social había sido plena, amistades que traspasaban fronteras, barreras infranqueables, transmitían vibraciones tan potentes que era incapaz de dejarlas pasar, tenía que relacionarme con ellas, ¡hacerlas parte de mi vida!

Mi madre siempre decía que pasaba más tiempo con mis amigos que con mis padres, pero no podía evitarlo, era una callejera imparable, amante de las sombrillas de playa y de mojarse los pies en el agua, de las conversaciones observando el precioso atardecer y de las sonrisas provocadas por chistes malos. Ni siquiera podían llevarme de tiendas o a cenar porque prefería estar con mis amigas, compartir momentos y dejar de lado todo lo que no tuviera que ver con ellas, mi vida social era muy activa y me encantaba que siguiera siendo así, tan solo quería disfrutarlo, todavía era joven.

Familia cercana pero alejada:

Quizá esto os parezca confuso pero, mi familia a veces, era la típica que te apoyaba en pequeños detalles sin importancia y exceptuaban las cosas que me afectaban de verdad, eran como el mundo al revés. En muchas ocasiones, no sabían qué decirme, llegué a pensar que ni siquiera pensaron en tenerme que, tan solo, ocurrió y no tuvieron más opción que tenerme sin saber muy bien qué hacer en malos momentos, por ello, era como si estuviésemos en mundos distintos, como si estuviéramos alejados constantemente. No sabía cómo comunicarme con ellos, qué decir cuando nos reuníamos con mis tíos o abuelos, para mí, eran situaciones bastante incómodas, prefería estar con mis amigas, parecían comprenderme mejor o, al menos, eso es lo que daban a entender.

De hecho, de las últimas y difíciles circunstancias de mi vida, casi ni se enteraron. No se molestaron en observar los detalles, en estar pendientes de qué podía estar ocurriendo conmigo o por qué cambié de estilo de vestir de la noche a la mañana, eso en cualquier familia resultaría algo contradictorio o, a lo sumo, impactante, ¿no? Ellos ni siquiera lo notaron, tampoco la falta de apetito o sueño, mi tristeza o las ojeras, no prestaban atención a lo que importaba de verdad, siempre se habían entendido entre ellos y yo sobraba, casi les venía mejor aunque quisieran llevarme de compras o a cenar, eso eran salidas que necesitaban hacer para no considerarse unos malos padres, muy típico de ellos...

Verano en la playa: 

Un tiempo antes de verano, mis amigas y yo planeamos los que serían los tres meses de nuestras vidas, donde nos confesaríamos entre nosotras y formaríamos parte de momentos inolvidables con chicos guapos y absurdas conversaciones mientras estuviéramos hasta arriba de mojitos. Alquilamos por ese tiempo, una cabaña cercana a la orilla del mar que tenía todo lo necesario para unas vacaciones inolvidables, cada noche hacíamos fiestas de pijamas y los fines de semana, ¡desmadre total! La cuestión es que dijimos muchas cosas que no sabíamos entre nosotras, que no esperábamos comentar en público y que íbamos a olvidar muy pronto, dado que, eran reflexiones mientras estábamos borrachas.

Podría decir que fue el mejor verano de mi vida, muy intenso, terapéutico, relajante y, hasta diría, repleto de emociones. Durante esos tres meses, sentí que formaba parte de algo, que tenía cabida en algún lugar que no fuera al que estaba acostumbrada día tras día, no era para nada aburrido y podía ser comprendida. Fueron las personas más importantes de mi vida durante un par de años pero, no me sentí realmente unida a ellas hasta ese verano donde confesamos y nos confiamos todo. Pensé que no serían capaces de hacer lo que hicieron, de que seríamos amigas para siempre, de que estábamos unidas por un pacto de confianza mutuo que cerramos antes de volver... pero nada de eso pasó, sino, todo lo contrario.

Miradas y risas:

Tras aquel fantástico verano, dejaron de llamarme por teléfono una semana antes de las clases, lo cual, me pareció extraño, esperaba al menos, un mensaje. En cuanto crucé las puertas del lugar que me produciría pesadillas y desagradables insomnios, todas las miradas se fijaron en mí, se reían, cuchicheaban, susurraban cosas inimaginables... no entendía qué ocurría, así que, me dirigí a las taquillas de las tres personas que sabrían exactamente el motivo de tal actitud. Me encontré ante una situación de completa ignorancia, dado que, ni siquiera me hablaban, me hicieron el vacío cada vez que intentaba mantener una conversación o saber qué había pasado entre nosotras para merecer tanto odio pero, ninguna pregunta fue respondida.

Todo esto, formaba una presión a mi alrededor insoportable. Por los comentarios insultantes y humillantes durante las clases y fuera, podía imaginarme de qué iba el asunto y pude notar en mis propias carnes el sabor de la traición, lo que muchas otras chicas habían sentido al ser manipuladas por aquellas tres hijas del mismísimo demonio. Ellas eran las únicas que podrían haber contado todas las intimidades que muchos cuchicheaban cuando pasaban por mi lado, muchas cosas que había confiado a las que creía eran mis amigas y a las que les había confiado mi confianza y lealtad.

Me sentí tan estúpida que no podía dejar de llorar. No podía creer cómo me había dejado engañar de aquella manera, cómo no me había dado cuenta de la manipulación que habían creado sobre mi persona para poder convertirme en un mono de feria con el tiempo. Fueron momentos tan humillantes que me dificultaba el salir de la habitación, el comer, el dormir... mi autoestima empezaba a derrumbarse, la confianza y el amor propio iban desapareciendo poco a poco. Me miraba al espejo y ni siquiera me reconocía, había cambiado, mi expresión risueña había sido sustituida por aquella tristeza que eclipsaba. Tenía serias dudas de que pudiese superar aquello por mi cuenta y sin ninguna ayuda, sin consejos útiles y sin palabras de consuelo, sin ser la única atención de mis padres a pesar de ser su única hija.

Necesidad de desaparecer:

Aquellos chismes y comentarios no paraban, cada vez lo sabía más gente, los cuchicheos empezaban a hartarme más que otra cosa pero, aunque ponía cara de ser una persona dura, la tristeza residía en mí, no podía sentirme tan sola de repente, tan alejada de los demás, tan culpable por haberme permitido engañar y por ser tan inocente con la gente que me rodeaba, había bajado la guardia desde las primeras amistades que tuve, mi problema había sido el ser tan confiada y extrovertida. Ya no sabía qué más hacer, ni siquiera el ponerme agresiva y violenta servía para algo porque seguían molestándome, provocaban mi deseo de dejar de existir, de desaparecer por completo, quería descansar mi mente, mis oídos de insultos constantes, nadie más merecía mi presencia, ya no quería darles el gusto de seguir pinchándome.

Recordé que tenía unos analgésicos de cuando me fracturé el brazo derecho en la cómoda, así que, como todavía estaba lleno hasta arriba porque solo llegué a utilizar dos pastillas, empecé a tomarlas poco a poco hasta terminarlas, hasta empezar a marearme, a no tener control de mí misma y caer rendida en la cama sin que nadie se diera cuenta, no tengo ni idea de cuándo debieron enterarse mis padres de que estaba muerta. 

El futuro de un espíritu libre:

Antes de cruzar, pude ver lo poco que les importó mi muerte, algunas sorpresas, otras lágrimas y algunos pañuelos usados aquí y allá. Nadie sabría cómo recordarme porque no me conocían en absoluto, algo bastante triste para una persona que acaba de morir y hubiera preferido un futuro diferente o, tan siquiera, dejar una  huella en esta sociedad tan cruel e inhumana, pero nunca se cumple lo que uno quiere, no llueve a gusto de todos. 

Mi espíritu está lleno de quietud. El verles olvidarme tan rápido, me ha dejado liberarme por completo de todas las cadenas que me ataban a ese presente corrupto, lleno de mentiras e ignorancia, me ha dejado darme cuenta de la realidad que acontecía a mi alrededor. Por fin la tranquilidad formaba parte de mí, aunque soy demasiado joven para marcharme, me gustaban demasiadas cosas del mundo terrenal, tan solo había podido observar a los demás desde el otro lado pero, no fue del todo aburrido. Empezaba a olvidarme del dolor que me habían producido, ya me veía llegando al momento cumbre, al instante en que desaparecería por completo, ya estaba en el segundo plano o como queráis llamarlo... No había sitio para mí en la Tierra, no cabía mi forma de pensar entre tantos susurros injustificados.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Especial Personajes - Primer Aniversario:

Personaje: Emily

Personaje: Sonia