Personaje: Edgar



Relato procedente: "Culpa" (Huellas del Tiempo).


Resumen: Tras la muerte de Lara, no era el mismo, se sentía vacío, absorbido por aquellas voces que intentaban recordarle el por qué de sus sentimientos actuales. Quería venganza, a pesar de su estado actual y de actuar solo, dada la baja médica a la que se supeditó por orden de su superior evaluando primeramente su síndrome de estrés postraumático.

Nombre completo: Edgar Davis Growens.                             Edad: 35 años.

Ciudad natal: Austin.                                                         Profesión: Profesor Balística.


Descripción física:

Mi cabello está rapado al uno, es una costumbre que me define desde que empecé mi carrera militar hace diez años y ha seguido siempre así, no preocuparme por mi peinado es una ventaja bastante grande que se aprecia en gran medida. Mis ojos verdes son intensos y eclipsan, al igual que la pena y el vacío que reflejan. Mis labios finos están totalmente sellados, ya no saben qué es una sonrisa o cómo debería hacerla, desde que Lara se fue, no encuentro sentido a muchas de las cosas que antes me importaban. Mi cuerpo está reforzado por todos estos años de entrenamiento continuado y al haber elegido la alimentación perfecta para mí, sin excusas.

Descripción de la personalidad: 

He sido bastante serio y disciplinado, bastante fuerte interiormente después de haber vivido innumerables situaciones de peligro en la base militar antes de hacerme profesor. También he interiorizado lo que viene siendo la libertad, la bondad y el honor, el morir por tus compañeros si es necesario y saber en cada momento cuándo alguien miente, eso nunca falla en la vida real. Mi trabajo me ha hecho sentirme orgullosa por toda mi carrera, de darme cosas de las que pensar y encontrar mi sitio en la base militar, no hay ninguna otra para mí, digamos que siempre he estado apartado de las personas y la civilización. Creía en el valor de las personas y en el mío propio, la toma de decisiones siempre ha sido lógica, la única que ha conseguido llegar a mi corazón ha sido mi hija.

Una familia unida:


Mi familia siempre estuvo unida en cada aspecto de mi vida, y mucho más, en los malos momentos. Esto ha sido lo que he intentado transmitirle a Lara desde el primer momento que estuvo en mis brazos, dado que, su madre falleció en el parto y no pudo formar parte de los increíbles momentos que estaba dispuesto a que pasáramos juntos. Desde muy pequeña la he ayudado en todo, o eso es lo que espero que pensara, le inculqué que éramos una piña, que los dos estábamos unidos y podíamos con todo, aunque no estuviera tanto en casa, ella sabía que la quería con locura y me encantaba presumir de ello.

Todavía tenía seis años pero ya sabía interpretar muy bien mis palabras, aprendía muchísimo de mí y del colegio, era tan inocente... se ilusionaba por cualquier cosa, por ello, siempre intentaba no decepcionarla, jamás he sido autoritario con ella, ha crecido con absoluta libertad de decidir lo que deseara, aunque a esa edad no suele ocurrir demasiado (Lara eligió la casa, así que, os podréis imaginar lo que os digo).

Una carrera militar intachable:

Durante diez años, siempre se ha hablado de mi destreza en el entrenamiento físico, el manejo de armas y el conocimiento de todo lo que tenga que ver con la balística. Nunca me riñeron acerca de nada, cumplía con mi trabajo y con las órdenes que tenía que llevar a cabo sin hacer preguntas o poner en duda la decisión de mi superior, así es como este vio algo en mí que no pudo pasar por alto, fue mi lealtad. Me convertí en su mano derecha, llevaba a cabo cualquier orden, hasta que mi mujer murió en el parto, empecé a enloquecer y mi superior prefirió que me retirase del servicio militar antes de que le hiciera "daño" a alguien, dejándome volver al cabo de dos años como profesor de balística. Todavía intento recordar lo que ocurrió pero, sigo sin poder hacerlo...

Cambié radicalmente estando en casa, cuidando de mi hija. Parecía mentira pero era gratificante que alguien tan pequeño e inocente necesitara de mí toda mi atención, la cual, daba sin esperar nada más a cambio, me reconfortaba atenderla y que formara parte de mi vida, al igual que yo de la suya. Ambos éramos uno, no quería separarme de ella, es más, me recordaba a su madre y amaba eso cada día que me levantaba, cada instante en el que la abrazaba. Mi expediente siguió intacto a pesar de las malas acciones cometidas en el servicio en las siguientes semanas a la muerte de mi mujer, agradecí que no tuvieran en cuenta esos actos, quería que en un futuro, mi hija tuviera otra visión de mí.

Muerte de Lara:

Tenía seis años pero, aunque parezca mentira, era lo bastante madura como para quedarse sola, al menos, unos quince o veinte minutos. Siempre se comportaba correctamente y nunca necesité levantarle la voz por nada, lo que lamenté de verdad a lo largo de ese día fue el no haberme quedado con ella en vez de haber salido a por leche y unas vitaminas que solía tomar cada mañana para mantener mi energía, lo mismo no era tan necesario como aparentaba serlo, debí estar con ella cuando ocurrió.

No podría explicar mi sensación al entrar en casa y encontrarme a lo más preciado de mi vida tirada en el suelo con sus ojitos abiertos pero innertes, su vestido de princesa salpicado de sangre... no se movía, su voz dejó de existir en aquella casa, de hecho, ya ni siquiera recuerdo cómo era, supongo que dulce y suave al oído. En cuanto llegó la policía, se la llevaron, cogieron las pruebas que necesitaban y me dejaron justo enfrente de la mancha de sangre, tuve que limpiarla con la vista fija en aquel color rojo tan intenso que me hacía sentir tan perdido y débil tras lo ocurrido, pero no empecé a interiorizarlo de verdad pasados unos meses, en los cuales, mi psicólogo me recomendó retirarme del trabajo porque estaba sufriendo una especie de estrés postraumático, justo lo que me pasó con la muerte de mi mujer. Otra vez, todo lo que quería, se desvanecía poco a poco...

Una rutina desesperada:

Al abrir los ojos, me sentía fuera de lugar, pero motivado a matar al cabrón que había provocado este giro dramático en mi vida, no sabía con quién se estaba metiendo exactamente. Me costaba levantarme, me dolía todo el cuerpo y no era por el entrenamiento diario porque lo mío ya era costumbre, más bien, tendría agujetas si no lo hiciera. Mi debilidad siempre había sido ella, había creado un vínculo más fuerte desde el día en que supe que me ocuparía yo solo de su persona, de sus pequeñas manos y sus sonrisas inocentes, era el único con el que contaría a diario, no creía que fuese demasiado pero para Lara era un mundo porque no conocía nada más. 

El silencio vuelve a nuestro hogar, paso por el mismo salón donde todo ocurrió día tras día pero no pienso en vender la casa, quiero ser consciente cada día de lo que me quitó ese fantasma perdido entre mi oscuridad, el desconocido desalmado que ha creído que va a salir impune tras matar a mi hija. Oigo voces a mi alrededor, noto cómo me susurra tras la nuca, cosas que quizá no existen pero que podrían ser reales, que podrían venir de ella... No tomo las pastillas que me envió el médico para pasar por este trauma infundado por un tercero, ningún químico iba a hacer que dejara de sentirme vacío...

Un futuro tras él/ella:

Supongo que será un futuro inesperado, lleno de oscuridad y fantasmas que tratarán de embaucar la pequeña investigación que tengo entre manos, pequeños detalles que reformarán la historia de un asesinato más que personal para mí. No sé si conseguiré que se arrepienta o pida perdón pero, tras esto, mi futuro será la prisión, una última misión en solitario que culminará con una intachable carrera militar y con el asesinato de aquel que mató a su hija, seguro que me convierto en una leyenda, ¿vosotros qué creéis? 

No sé si me recuperaré de esto, supongo que nadie se sana de algo así tan fácilmente como suelen contarlo. El dolor remite pero no se va, cada día la recuerdo después de dar a luz a una niña preciosa, cada mañana me habla al oído pero todavía no descifro ni una palabra, tampoco quiero hacerlo, no merezco volver a lamentarme. Las cicatrices siguen ahí, al igual que las de Lara, permanecerán hasta el momento que muera, solo, vacío entre las sombras de las celdas que me asignen durante el resto de mi vida. No creo en la justicia por mucho que haya sido militar, no creo en que, algún día le capturen, es demasiado listo, no ha dejado huellas, ha ido directamente a donde me duele para hacerme daño de verdad. No tengo ni idea de si volveré a ser el mismo después de esto, ¿viviré para contarlo, si quiera?

Comentarios

Entradas populares de este blog

Especial Personajes - Primer Aniversario:

Personaje: Sonia

Personaje: Emily