Personaje: Noa



Relato procedente: "Sueños" (Huellas del Tiempo)

Resumen: Tras haber sido una superviviente de la calle, Noa pudo salir de todo ello y convertirse en escritora, es decir, convertir su sueño en realidad. La "yo" de su futuro apareció ante ella con unas palabras inspiradoras que trataron de animarla, a parte de sorprenderse al verse a sí misma hablando, decidió acercarse a la dirección que aparecía en la nota que se le cayó a ella misma del futuro y resultó ser un editor de renombre que hizo que dejara de pertenecer a la calle.

Nombre completo: Noa Soroa Nil.                                        Edad: 22 años.

Ciudad natal: Sacramento.                                                 Profesión: Escritora.


Descripción física:

El cabello castaño claro y despeinado que solía llevar cuando fui víctima de exclusión social durante cinco años de mi vida, se ha convertido en algo más cuidado, sedoso y, por supuesto, limpio, ahora que puedo hacerlo. Mis ojos castaños siempre permanecían cansados, agotados ante continuas horas de sol dándome en la cara cada mañana, ahora puedo disfrutar de persianas y de un despertar mucho más inspirador, además de que descanso muchísimo mejor durmiendo sobre una cama como dios manda. Mi piel siempre tenía costras y se mantenía seca, al igual que mis labios finos, se cortaban y los tenía blancos, dado que, no obtenía los nutrientes necesarios para mi organismo, ahora puedo decir que mi piel está mejor cuidada debido a la variedad de cremas que tengo la oportunidad de echarme en la cara para hidratarla y llenarla de cuidados, y mis labios son hidratados también por vaselina y pintalabios de colores que también aportan su granito de arena a evitar que se agrieten. Además de todo esto, mi cuerpo ha podido recuperarse de mucho tiempo de maltrato debido a la desnutrición constante que fui capaz de aguantar, conseguí aumentar durante seis meses unos cinco quilos, puedo decir que no estoy esquelética y no se me notan tanto las costillas en los costados, era algo terrible...

Descripción de la personalidad:

Siempre he sido muy respetuosa con los demás, afable y comprensiva. Algo que he podido aprender durante todo este tiempo, ha sido el ser humilde, el no pensar en estar arriba de los demás, en tener tan solo lo que uno tiene, sin pedir nada más, por lo que, podría añadir que no soy alguien que se ciega por la avaricia. Me he dejado llevar siempre por mis pasiones, por las motivaciones que me han llevado a tomar mis decisiones, me ha gustado siempre encontrar mi sitio, mis metas y me he dejado llevar por las emociones, por lo que me decía el corazón, teniéndolo en la mano para saber con certeza qué decidir. Mi honestidad y valentía son, quizás, las que me han hecho terminar en la calle pero lo repetiría si tuviera oportunidad aunque me pasara lo mismo.

Una infancia lejana:

Recuerdo como si fuera ayer, los gritos constantes, las mentiras, las faltas de respeto y moral que experimenté en la casa de mis padres hasta mis diecisiete años. No podía soportarlo más, era tan repetitivo y tan adictivo para ellos que era imposible que pararan, ni siquiera albergaba esa esperanza. Todo esto se trasladaba a mi persona, no me comprendían, ni sabían de mis necesidades, tampoco mis problemas o cómo intentaba afrontarlos, así que, desde siempre he tenido una especie de falta afectiva enorme, poca comunicación y he estado rodeada de negatividad e intromisión en mi espacio privado.

Me veía siempre en la necesidad de estar sola, contemplar mis pensamientos, alejarme de todo el algarabío que montaban mis padres en casa por cualquier tontería, así que, me iba al parque a disfrutar del aire fresco, de las palabras de la gente, de las miradas de complicidad entre padres e hijos y el millón de sonrisas que desconocía en mi día a día. Cuando iba al colegio, solía sentarme en última fila, todo era un constante murmullo, un retiro de mi persona, palabras demasiado constantes y feas hacia mí, estaba cansada de permanecer en un mundo lleno de intolerantes. Además, conocían absolutamente todo de mí sin entender muy bien cómo, de hecho, también se percataron de que tenía problemas en casa y se llegaron a inventar que mis padres se estaban divorciando, fue de locos...

Adiós a la retención:

Todo lo que he ido comentando anteriormente, ocurría tan seguido que decidí desaparecer del mapa, marcharme a otro lugar, empezar otra vida en algún sitio donde pudiera llamarle hogar, el problema era que no tenía amigos, tampoco familia extranjera a la que poder pedir ayuda, ni siquiera un novio que pudiera ayudarme durante un tiempo, y no por ello menos importante, no tenía ni un duro, unos pocos ahorros guardados en una hucha de cerdito. Estaba aterrada pero mi padre me levantó la mano y mi madre me gritó tan fuerte que tuve que tomar una acción, la decisión más difícil de mi vida con diecisiete años, quise terminar con todo aquel maltrato constante.

A la mañana siguiente, me levanté muy temprano, ni siquiera sé qué hora era, me vestí, cogí la pequeña mochila que había preparado debajo de la cama y, simplemente, me marché, sin una nota, una señal, nada... no sabía si tendrían el valor de buscarme por algún lugar de la ciudad pero prefería que no fuera así, ni los considero ni los consideraré jamás buenos padres, no tienen ni idea de qué es el respeto ni la comprensión. Cuando salí de aquella jaula de lobos, simplemente, sentí una paz interior increíble, no había notado esa libertad nunca, de hecho, dejé de oír golpes, gritos e insultos, tan solo había silencio... algo que agradecí los primeros meses de paseo callejero, dado que, no tenía ni un solo lugar al que ir.

Callejera y perdida:

Los primeros cuatro meses fueron los más duros porque se me terminaban las provisiones que tenía en la mochila, y sí, cogí lo suficiente como para aguantar durante un tiempo, racionándolo poco a poco para no acabarlo enseguida. Pero fueron más duros por el frío, no tenía mucho que ponerme y cuando nevaba, podía notar mi piel seca y algo agrietada estremecerse, temblar, permanecer encogida en oscuros callejones llenos de ratas y cucarachas. También fue complicado el aceptar la negativa de la gente a ayudarme, aunque pidiera limosna, nadie era lo suficientemente noble como para dejarme unas monedas en el sombrero deshecho que pude robarle a mi padre antes de marcharme, quería recordar mi mala vida con ese autoregalo que me hice. 

Cuando se terminó la comida, mi estómago sonaba increíblemente fuerte, e incluso, me dolía por la falta de alimento sin poder hacer nada por evitarlo. Aguanté unos tres días pero luego, tuve que actuar para poder sobrevivir, robando mi primera cartera en una frutería, cogiendo comida de perro que tiraban a la basura, saliendo de las típicas gasolinera veinticuatro horas llena de chocolatinas, comida precocinada y papas para poder pasar durante una semana, aunque el frío era lo peor, muchas veces, tuve que refugiarme en contenedores de basura porque hacía tanto aire que no sabías dónde ponerte. Estaba perdida, falta de buen alimento, cualquier cosa me servía para llenar el estómago, incluso la comida de animal, dado que, fui al hospital la primera vez por desnutrición y tuvieron que mantenerme en observación durante dos días, me dieron un plato de comida y me largaron de allí, les dije que prefería estar en la calle que con mis padres, así que, simplemente, respetaron mi decisión aunque fuese menor de edad, si no quería, no quería. Unos años después, empecé a ser un poco más perceptiva, buscando comedores sociales en diferentes puntos de la ciudad para poder comer algo caliente y de calidad, al menos, un par de veces o tres por semana, algo que me hizo sentir aliviada porque no quería volver a notar síntomas de desnutrición en mi cuerpo, era demasiado para mí.

Esperanzas a lo lejos:

Pasaron casi cinco años desde que me fui de casa y cada vez iba aprendiendo más de la vida callejera, sabía dónde podía encontrar lo que necesitaba y qué callejón era el mejor para esconderme de infecciones y frío constante. Encontré una pequeña libreta vieja y maltrecha que pude utilizar para escribir una historia fantástica que, más tarde, me abrió las puertas a una nueva vida, una que ni imaginaba que sería capaz de vivir. Al principio, no fluía demasiado mi inspiración pero, poco a poco, las palabras fueron saliendo de mí y fui completando aquellas hojas blancas cuadriculadas que tantas cosas me han traído.

Lo que más me hacía sentir orgullosa era todo lo que salía de mi interior, toda aquella historia que parecía real, que compartía mis noches de soledad, frío y hambre en un callejón oscuro. Pensaba que no haría nada con todo lo escrito pero, dio la casualidad de que las cosas fueron más diferentes de lo que esperaba y se empezaron a entrelazar para darme todo con lo que soñaba.

Mi "yo futuro": 

Os parecerá extraño, pero sí, apareció de la nada ante mí. Me vi a mí misma unos años después de todo lo que estaba ocurriendo a mi alrededor y, sobretodo por el hecho de que estaba peinada e iba bastante formal, digamos que con ropa que no es precisamente barata. Me daba ánimos para que siguiera con el proyecto de la historia que estaba formando poco a poco y me dijo que sería un "boom" muy intenso, que superaría a muchas obras actuales, que nadie estaría a mi altura ni en broma. Era bastante escéptica por esos tiempos y no creía que alguien como yo, es decir, alguien de la calle y que no disponía ni de un dólar, iba a triunfar como escritora y menos con mis pintas, lo veía básicamente imposible.

Se le cayó del bolsillo mi salida a la luz y a la fama, un papel con el nombre y la dirección del que actualmente es mi editor y el que me da consejos muy útiles antes de salir en alguna entrevista pero, en esos momentos, no tenía ni idea, tan solo fui al lugar que se indicaba como si no fuera dueña de mis piernas y, mucho menos, de mi cuerpo. Aquel hombre fornido que me miraba desde el umbral de su puerta me hizo pensar que o no era bienvenida o había malinterpretado aquella señal pero no, estaba en el lugar correcto y en el momento que me haría ser quién siempre había sentido ser.

Un futuro lleno de oportunidades:

Todo lo que ocurrió me ayudó infinitamente y, aquí estoy. Gano dinero por las ventas de mi pequeño libro que saqué al mercado hace tan solo seis meses y del que estoy orgullosa porque, no solo ha sido algo mágico, sino que, lo escribí mientras vivía en la calle, tiene su gran mérito. Recibo cada día comentarios increíbles del bonito trabajo que he hecho con el libro, las calurosas bienvenidas en cada entrevista y cómo llena a la gente lo que escribo. Tengo un futuro lleno de amor, por lo que estoy viendo y de muchas más cosas, de hecho, hay muchos proyectos en el camino, otro libro que será inédito entre manos y mucho más intenso, esperando que cada día mejore en mis quehaceres profesionales (los malos hábitos de la calle se han quedado muy dentro de mí y, a veces, es difícil apartarlos).

También, he accedido a recibir tratamiento psicológico para sobrellevar todo lo que pasé durante aquellos cinco años en la calle, además de los maltratos constantes de mis padres, el editor me ha llegado a ayudar mucho y estoy muy agradecida por ello, así que, espero que siga curándome dentro de mí para poder sobrellevar mi vida actualmente y espero no cansarme nunca de todos estos vaivenes que suelen llevar los escritores y famosos, es bastante agotador pero me divierto igualmente. He aprendido que los sueños pueden hacerse realidad, que puedes hacer que se conviertan en tu alrededor, que puedas palparlos y ponerles palabras para adornar tu día a día y tener las suficientes fuerzas como para gritar un gracias...

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