Personaje: Fate



Relato procedente: "Transición" (Huellas del Tiempo).

Resumen: Fate es una joven que pasa unos momentos muy difíciles a lo largo de su vida y empieza a ver la luz después de tres años de miedos y preocupaciones que se mostraban a través de oscuridad, zombies, pobreza y constante lucha por la supervivencia. Cuando se encuentra a ella misma y ve un vídeo de todo lo que había sufrido, se da cuenta de que la nueva ciudad que tiene delante de ella, es su futuro y el momento para mirar la vida con otros ojos, dejando atrás a la Fate superviviente.

Nombre completo: Solo Fate, no me gusta compartir mis apellidos, a eso ya lo considero compartir demasiado...                                                    

Edad: 27 años.                                                           Ciudad natal: Nueva York.              Actividad: Superviviente.


Descripción física: 

Mi cabello castaño suele permanecer electrizado debido al viento que emana de la misma oscuridad donde estaba, ahora intento cuidármelo con mascarillas que, al parecer, reparan el cabello dañado por el día a día. Mis ojos del mismo color, siguen cansados por todo el esfuerzo de los días lluviosos en los que tenía que ir a por comida al otro lado de la ciudad porque no podríamos sobrevivir con la poca que teníamos, también están algo hinchados al no dormir lo suficiente y haber hecho tantas guardias nocturnas. Mis labios finos no se cortan tanto como antes, no tengo que aplicarme cacao cada dos horas, ahora puedo estar un día entero sin preocuparme por hidratarlos. Mi cuerpo esbelto todavía siente el estado de alerta constante que tenía en aquella fábrica, las noches frías donde tan solo podías oír el ondear del viento, los escalofríos me acechan cada noche y las pesadillas de los zombies danzando por mi mente, supongo que tengo una especie de estrés postraumático.

Descripción de la personalidad:

Bueno, creo que he ido olvidando quién fui antes de toda esa masacre vivida día tras día, pero puedo hablaros de la superviviente que siempre fui. Me he levantado con energía cada mañana, con una seriedad necesaria al abrir los ojos porque necesitaba que todos mis compañeros notaran que todo lo que estaba ocurriendo no era broma, dado que, era uno de los pilares de mi grupo. He sido una persona muy fuerte, he tenido momentos muy intensos en los que creí que verdaderamente iba a morir, he sufrido en instantes extremos y lo he aguantado como he podido. He sido un poco fría también porque sentía que mis compañeros eran demasiado ignorantes respecto al problema que atravesábamos poco a poco y he sido una superviviente de narices, era como si estuviese escrito que lo hiciera porque, poco tiempo después de ello, he conseguido llegar a un lugar muy diferente y hacer cosas que no imaginaría poder hacer, aunque siempre alerta al mínimo detalle o movimiento (hice de eso mi rutina, así que, supongo que ya no podré desacostumbrarme jamás).

Niñez y adolescencia olvidados:

Supongo que es una especie de amnesia, dado que, no recuerdo nada de mi pasado, ni siquiera quiénes fueron mis padres. De un día para otro, mi pasado perteneció a un momento lejano que dejé de rememorar y creer, no había un sitio al que volver, pero sí uno al que pertenecer que, en este caso fue la fábrica algún tiempo después. Me ha dado la sensación de que estuve vagando sin rumbo, como si mi mente me mostrara algunos fragmentos de cómo solía vivir y tan solo tengo algunos algo desordenados y del todo inútiles. Aunque lo que sí pude sentir fue la sensación de que estaba pasando un síndrome de desintoxicación de alguna sustancia o en referencia al alcoholismo, no tenía ni idea de qué podría ser pero lo pasé francamente mal un poco antes de ser encontrada por los ignorantes de la fábrica.

En las pocas imágenes que he podido coleccionar en mi mente, he podido resumir que, he sido una especie de joven rebelde que tomaba todo tipo de drogas y dejó su vida anterior por conseguir cada vez más y más pero, como siempre he hecho, sobreviví a ello llegando a otro lugar mucho más oscuro y tétrico donde me vi obligada a superarlo como fuese porque allí no había de esa mierda. Digamos que lo aprendí todo a la fuerza y sin un ápice de compasión, sentía que la vida me estaba queriendo decir algo pero no podía verlo ni creerlo, estaba demasiado enganchada a lo que fuese para aguantarme de pie. Los primeros días fueron durísimos porque los retortijones no me dejaban vivir, los vómitos eran continuados y los dolores intestinales frenéticos, era como si todo mi cuerpo se estuviese revolviendo, intentando reprocharme el no darle lo que quería. Había llegado a esa conclusión y a que mis padres no quisieron o no pudieron sostenerme más en sus vidas, les destrozaría ver cómo su hija desperdiciaba su juventud y su vida con lo que fuera que estuviese consumiendo y no podrían controlarme más. Intenté buscarlos pero fue inútil... no recordaba absolutamente nada de ellos, ni sus caras, ni una sonrisa... nada.

Aprendiendo a la fuerza:

Desde un primer momento, no sabes qué hacer entre tanta oscuridad a tu alrededor, al principio, corres, intentas huir despavorida para no ser carne de extraños a los que se les cae la piel y ni siquiera están vivos pero, después de muchas luchas por sobrevivir, terminas aprendiendo a darles unos buenos martillazos en la cabeza y dejando atrás los momentos de duda que te acechaban antes. Supongo que anteriormente sería una persona de lo más inocente y llena de drogas por la sangre que corría por mis venas, alguien que no tendría ni idea de cómo dejar K.O. a un zombie, así que, como muchas otras personas, debí aprenderlo a la fuerza e intentar, en la medida de lo posible, mantener la calma aunque fuese lo más difícil que me planteé en mucho tiempo.

Después de año y medio de permanecer escondida, solía salir sola a por comida y bebida, nada de compañeros, tan solo yo contra lo que se me acercase de frente. Debido a la práctica, el miedo fue desvaneciendo, mis ojos mostraban mayor seguridad, mis labios un enfado continuado con todo lo que me rodeaba y mi cuerpo se moldeaba a cualquier situación en la que tuviese que ver la supervivencia. Aprendí a que debía ser cauta, a no confiarme para no tener mayores oportunidades para morir y comprender que ninguno de ellos era una persona a pesar de lo que pensaran mis compañeros ignorantes de la fábrica que encontré algún tiempo después, simplemente, habían desaparecido, no eran más que carne putrefacta que se había apoderado de las calles de Nueva York y de todas las casas y edificios que pudiesen ver mis ojos, e incluso, fábricas abandonadas. Aprendí que nada de lo que me rodeaba era sencillo y tenía que aprender a luchar por mí misma, ser una superviviente y mirar hacia adelante.

Compañeros blandengues:

Una noche bastante encapotada, me vi en el suelo totalmente ida, como si no supiera lo que estaba pasando, de hecho, no tenía ni idea porque iba de lo más puesta. Unas sombras a lo lejos se acercaban hacia mí, al principio, me acerqué a ellas para que me ayudasen pero al poco tiempo comprendí que no eran personas sino cosas que se movían, su piel se caía a tiras, olían tan mal que tenía que taparme la nariz y sus rugidos eran ensordecedores, así que, simplemente huí como pude. Durante unos días, estuve escondida en una pequeña casita abandonada metida en una cajonera de la cocina donde pude meterme para que los zombies no me alcanzasen, tuve la suerte de ser pequeñita y baja. 

Permanecí escondida sin moverme, aguantando el mono, de hecho, la nariz me moqueaba y sentía unos retortijones horribles, tenía la sensación que ya no podría acceder fácilmente a mi camello, me preguntaba si habría alguien vivo cuando oí voces en la misma casa donde estaba yo. Algunos gritos hicieron que pusiera más la oreja y pudiera diferenciar, a pesar de los incómodos mareos, las voces de personas que sonaban humanas. Salí de aquellos cajones un tanto sucios y desprovistos de comida, en cuanto puse ambos pies en el suelo para levantarme, caí al suelo, no podía mantenerme debido a mi estado, estaba demasiado hambrienta y con los efectos del mono, deshidratada y desprovista de raciocinio alguno. Estas personas que, en un futuro serían mis compañeros, me recogieron y me llevaron a la fábrica en la que viví durante tres años con ellos y les proporcioné la mayoría de cosas que necesitaron sin siquiera pedírmelas.

Terribles muertes:

Durante todo el tiempo que estuve con estas personas, pude presenciar sus terribles muertes debido a su inexperiencia e ignorancia. Siempre creían que estaban protegidos por algo divino y que jamás morirían, pero no fue así en absoluto. Cuando empecé a formar parte de su grupo, de alguna forma celestial como tan inocentemente creían, contando conmigo éramos unos treinta, de estos, quedamos diez, sin exagerar. Cuando íbamos a buscar provisiones para mantenernos, ellos se dedicaban a pasearse sin vigilar la zona primero, sin tener precauciones, sin ser conscientes de que éramos de carne y hueso y podíamos perecer en cualquier momento.

Había otros factores que empezaron a ser una verdadera amenaza. Uno de ellos era el hecho de que teníamos una especie de enemigos al otro lado de la ciudad, eran los que trataban de adelantarse a nosotros para quedarse todas las provisiones del pueblo que yacía en medio de ambos grupos. Las disputas aumentaban debido a la falta de comida de unos y de otros, de agua y medicamentos, ellos no querían compartir y nosotros no estábamos dispuestos a hacerlo si ellos tampoco lo hacían. Varios de mis compañeros murieron por proteger nuestras provisiones, aquellos que se alzaban como si fuesen intocables y hablaban como si no tuviesen presente que las personas solemos ser crueles por naturaleza. Otro factor importante era que unos pocos de ellos, eran algo mayores y padecían enfermedades graves, de hecho, había dos que tenían cáncer terminal y debíamos traerles plantas especiales para apaciguar sus constantes dolores; otros que recibían mordiscos o venían después de una pelea con el otro grupo llenos de heridas, se desangraban o se transformaban y no había nada más que hacer, su final era la muerte.

He de decir que, por mucho que fuesen personas que no compaginasen con mis ideales o principios morales o religión, sentí cada una de las muertes acontecidas y que presencié, fue como si muriera un hermano/a mío que luchara a mi lado, así que, cada vez me volvía más fuerte y mi frialdad iba aumentando para terminar protegiéndoles a todos de lo que había fuera sin darme cuenta de que, si seguía haciendo tal cosa, jamás aprenderían por sí mismos a protegerse.

 Camino hacia la luz:

Después de tanto tiempo, me di cuenta de que ya no quería seguir proporcionándoles lo que necesitaban, me había cansado de que no fueran autosuficientes y siempre me tocase a mí la parte dura porque ellos se negaran a aprender. Una mañana, salí temprano al pueblo que había a cuatro kilómetros de la fábrica que desde hacía tres años había sido mi hogar y había encontrado todas las provisiones que pude mucho antes que los cabrones del otro lado, los cuales, siempre se levantaban tarde porque pensaban erráticamente que lo tenían todo a sus pies y, al final, cuando iban al pueblo a por lo mismo que nosotros ya no lo tenían porque lo había robado yo. Al llegar y verme al espejo, comprendí una lección muy importante y era que no podía seguir siendo la soldado que les llevase siempre a la victoria, el pilar de diez personas que se escondían por miedo y que no eran capaces de protegerse a sí mismos, tenía que provocarles para que aprendiesen y siguiesen adelante pero, esta vez, sin mí, tenía que quitarme de en medio.

Les dejé, incluso a aquella mujer de la que me había enamorado tanto pero que no era nada sin ellos, aquella joven que me hubiese seguido al final del mundo si nuestros compañeros nos hubiesen seguido también. Caminé tanto como mis pies me permitieron, no conté los kilómetros exactos pero empecé a ver que los zombies se deshacían delante de mí, que el sol tenía un brillo infinito y que en aquellos lugares por los que estaba pasando, no había muerte ninguna, ni hambruna, ni siquiera falta de estudios, dado que, había una ciudad y en medio una Universidad enorme llena de estudiantes que me entregaban hojas de inscripción para que estudiase allí. Lo mejor fue cuando llegué al final de todo aquel camino, estaba en medio de un pequeño bosque que me llevaba a mi futuro, a una ciudad inmensa que me esperaba, donde mis sueños se harían realidad y dejaría de esperar la muerte en cada esquina donde mirara. Mi "yo pasado" me habló y me dijo que todo lo que había visto y sentido había formado parte de mi mente, había sido un espejismo que se componía tan solo de miedos y preocupaciones que de nada me servían y que era mi momento de seguir adelante donde verdaderamente iba a estar a salvo y disfrutar de cada día. Al principio, no podía creerlo pero, más adelante, empecé a hacerlo...

Una superviviente en una gran ciudad:

Mi mente me dirigió a un piso en pleno centro que era precioso, de hecho, era mío porque eso constaba en la escritura que alguien me había dejado encima de la mesa del espacioso salón que tenía a mi propiedad. Todo era ruidoso, lleno de vida, con personas que sentían, comían la comida habitual de los humanos y la quietud volvía cada noche, de hecho, me permitía dormir pero no lo hice hasta que pasaron unos cinco meses, no me acostumbraba a ello, de hecho, muchas veces, estuve a punto de regresar a donde creía pertenecer, a la lucha contra los no muertos y al montón de vidas que podían caer en mi responsabilidad, pero pensé que si había llegado a este lugar era porque el pasado ya lo había superado. 

Tenía dinero suficiente en la cuenta corriente del banco que me habían dejado justo al lado de la escritura, era como si todo aquello hubiera estado planeado desde hacía mucho tiempo, como si yo lo hubiese hecho. Las calles eran hermosas, todos los adornos que empezaron a poner en Navidad, las conversaciones de las personas, las campanadas a cada hora... todo era muy distinto a cómo había vivido durante todo este tiempo. Llegué a permanecer encogida al lado de la cama después de días seguidos con pesadillas, pero intentaba superarlo día tras día saliendo a inspeccionar la ciudad; llegaba lo más lejos que podía para comprobar que no estuviese envuelta en muros con toda esta gente y fuera hubiesen un montón de zombies intentando entrar sin éxito, pero nada de eso ocurrió, al parecer, la que me habló en aquel bosque tenía toda la razón en cuanto al espejismo, no podía negarlo, tenía que acostumbrarme a mi nueva vida por mucho que me costase o me resultase raro.

Un futuro de superación:

Quién me había dejado todo aquello en mi casa, también había llegado a la conclusión de que me sería muy difícil volver a empezar una nueva vida después de la anterior que fue muy oscura y difícil, así que, me dio el tiempo suficiente para empezar con mi nuevo trabajo en un Psiquiátrico donde poder dar a todas aquellas personas un motivo constante y una ayuda para seguir viviendo, para ser supervivientes en sus propias vidas que, según veían ellos, estaban destrozadas, no podían equivocarse más. 

Llegué a la conclusión de que todo aquello no podría haberlo hecho nadie más que yo misma, nadie podía conocerme como lo hacía yo, por lo que, estaba claro que sabía cuáles eran mis pautas, que me hubiese gustado ayudar a la gente en ese aspecto y en la nutrición que más tarde empezaré con los cursos que había justo en el cajón de mi escritorio a los que ya estaba apuntada para el año siguiente. Siempre creí que saldría de la oscuridad y volvería a formar parte de la vida y la luz, así que, al parecer, lo calculé todo de forma que mi alrededor estuviese en su sitio y perfectamente acoplado a mis comodidades después de un largo letargo. Empezaba el tiempo de limpieza y superación... ¿podré acostumbrarme a ello?

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