Personaje: Annia



Relato procedente: "Ojos Negros" (Huellas del Tiempo).

Resumen: Esta joven no sabía qué hacia entre un montón de hojas y flores, en un bosque que pensaba que no lo había visto hasta que la niña de ojos negros, grandes y penetrantes corrió hacia el parque que empezó a recordar, era al que ella siempre iba a estar sola, a hacer cosas de niña aunque los demás no quisieran que las hiciera y se preocupasen por hacer otras cosas, presa de la soledad que siempre la rodeaba. Terminó por darse cuenta de que estaba mirándose a ella misma y no podía creer que esa parte de ella no le hubiera vuelto a la memoria en tantos años hasta ese preciso momento.

Nombre completo: Annia Silver Covenn                                     Edad: 27 años.

Ciudad natal: Minnesota.                                                      Profesión: Fotógrafa.


Descripción física:

Mi cabello negro intenso y brillante, me llegaba a un poco más abajo de los hombros, apreciaba que fuese siempre tan manejable, liso y sedoso, nadie oyó jamás una sola queja en referencia a ello a pesar de las innumerables que he oído por las peluquerías de muchas mujeres, no se conforman con nada. Mis ojos increíblemente negros siempre han sido objeto de miradas de sorpresa, han provocado respuestas esquivas para no relacionarse conmigo, han sido desde que nací muy penetrantes y expresivos, no hay persona que se escape de hacer cualquier tipo de gesto en referencia a ellos, he preferido pensar que su originalidad es lo que hace que sean como soy y me ayuda mucho a soportar este tipo de interacciones con personas que no lo entienden. Mis labios hace mucho tiempo que no suelen esbozar una sonrisa pero no porque no quiera, sino porque ni siquiera se cómo vivirla, ni cómo sentirla... Mi piel fina y sedosa, siempre ha sido algo que me ha identificado bastante, no he sido una persona con mucha acné ni con sequedades, me han hecho falta pocas cremas hidratantes para la cara o las manos, así que, también la considero algo especial aunque suelo cuidarla para que no cambie. Mi cuerpo esbelto permanece vestido con pantalones vaqueros rotos y camisetas negras con cortes, abiertas, con chupas de cuero, e incluso, cadenas. 

Descripción de la personalidad:

He sido una persona solitaria, vagando sin rumbo, feliz con su entorno absorto en momentos de silencio, de complejidad parental y muchas otras emociones que no me han dado la felicidad que cualquier niña desearía. Siempre me han dicho que tiendo a ser seria pero supongo que ha sido mi método de defensa ancestral para que nadie se me acercase y, desde muy pequeña, lo practico. Mi sarcasmo debería ser mundialmente conocido porque no conozco ningún otro modo de comunicación ni hablado ni escrito, tampoco entiendo las preguntas estúpidas que suele hacer la gente ante cosas evidentes. No he soportado nunca los momentos románticos, tampoco lo melosas que pueden ser muchas películas romanticonas, jamás he deseado tener pareja y he permanecido invisible y en las sombras cuando he estado con mis padres como por amistades falsas y vacías. Y, por cierto, no recuerdo demasiado bien mi pasado, aunque empiezo a entender por qué, ¿demasiado doloroso? ¡Ahora lo averiguaremos! 

Absoluta soledad y desprecio:

No fui una niña querida ni esperada, de hecho, mi madre fue tan detestablemente irresponsable y tenía tal falta de sentido común, que estaba tan ocupada con sus preparativos de boda y tenía tal negación a quedarse embarazada que hasta los seis meses de este mismo no quiso ir al médico, decía a todo el mundo que llevaba unos días horribles con las dietas y que todo lo que comía o le daba gases o le hacía sentir una pesadez incómoda en el estómago, a lo que ayudaba con una ropa bastante ancha para que no se notara. Se atrevió a pisar el hospital cuando vio cambios intensos en su cuerpo como mareos y que a veces, tenía una seria falta de aire, el médico no cabía en sí de incredulidad al saber que esa mujer no había tenido ningún tipo de cuidado con su bebé, así que, hicieron todo tipo de pruebas para averiguar si estaba bien y, la verdad es, que casi muero por los excesos de mi madre con la bebida y la extraña devoción que tenía por ella. Además, era tan irresponsable que ni siquiera sabía quién era el padre a pesar de estar a punto de casarse con otro que no tenía nada que ver, lo cual, podéis imaginar que jamás he sabido quién era o es, ni siquiera sé si vive o no o si quiso saber de mí en algún momento de su vida, ¿lo sabía, a caso?

Gracias a aquel momento de total magia en aquel bosque que me pareció increíble, en el cual, estaba en una especie de espiral mientras permanecía inconsciente en una cama de hospital, recordé que, durante toda mi infancia y adolescencia, estuve en absoluta soledad. De hecho, ni siquiera en los parques quería estar cerca de nadie que me pareciese importante, dado que, estaba tan acostumbrada a estar sola que prefería seguir así. Mi madre se pasaba el día de fiesta, bebiendo, llegando a altas horas de la mañana y apestando a alcohol barato, no aprendía nada de ella, ni siquiera quería pasar tiempo conmigo aunque, durante el periodo más inocente de mi vida, quise intentarlo sin éxito. Me despreciaba y ha seguido haciéndolo a pesar del tiempo que ha pasado, me tuvo porque a los seis meses era una edad en la que no se permitía abortar, así que, no tenía más remedio que parirme y tenerme en su casa como si fuese un cactus al que solo le tienes que echar agua una vez a la semana y no demasiada, ni siquiera se enteraba de que formaba parte de su vida, jamás me dio la mayor importancia, en lo que a ella respectaba, era soltera y no había tenido hijos.

Momentos de amnesia que no comprendía:

Durante mi adolescencia, intentaba recordar algunos momentos pasados pero no había manera de que eso ocurriese aunque me esforzase mirando fotografías con mis tías o los vecinos que me apreciaban como si fuese su propia hija y no comprendían cómo mi madre podía despreciarme de aquella manera. El caso es que fui olvidando gran parte de mi infancia, como si se fuese eliminando de mi mente, de mi memoria, de cada pieza de mi ser como si tuviera un interrumptor que quisiera eliminar todo lo malo de dentro y hubiese acertado con esa parte de mi vida. No comprendía cómo podía haber ocurrido esto de una forma tan acelerada, iba al instituto y, cuando los profesores me preguntaban qué solía hacer cuando tenía seis años, me quedaba pensando, muda, intentando recordar... sin éxito.

Muchos profesores y algunos de mis vecinos que me invitaban a su casa a pasar el día, dado que, sabían que no tenía a nadie con quién compartir días señalados o momentos de charla delante de la chimenea, ni siquiera a nadie de quién enseñarme cosas interesantes, me decían que fuese a ver a mi médico, el cual, me recomendaría a un buen psicólogo que pudiera decirme qué me estaba ocurriendo, de hecho, hicieron una colecta para que pudiera contratar a uno y pudiera terminar con la incertidumbre por la que estaba pasando día tras día. Conseguí que un psicólogo increíblemente profesional, me explicara que ciertas circunstancias traumáticas podían provocar amnesia más adelante, de hecho, habían sido momentos muy fuertes que había necesitado olvidar sin darme cuenta, sin siquiera quererlo. Me dio algunos consejos para ir trabajando esa amnesia pero, muy dentro de mí, no quería que volvieran mis recuerdos, los dejé enterrados y abandonados hasta aquella mañana en el hospital mientras estaba inconsciente, cuando todo vino a mi mente de repente por alguna extraña razón, ¿habría sido obra de mi subconsciente?

Una vida independiente:

Estaba harta de vivir con esa perra egoísta y sin corazón, así que, empecé a trabajar los fines de semana para una de mis vecinas más cariñosas y amables que jamás he conocido. Tenía una tienda de flores preciosa en la que siempre que pasaba pensaba en lo afortunada que sería si trabajara con ella, así que, un día me lancé y le pregunté si podría darme trabajo porque, lo único que quería era mudarme a Seattle y empezar una nueva vida totalmente independiente y lejos de mi madre, ella la conocía y sabía perfectamente cómo me trataba, así que, aceptó de inmediato. Mi madre no supo nada de esto porque no quería que robara todo mi dinero y se lo gastara en botellas baratas de alcohol, era capaz de beberse tres o cuatro en una sola noche, se dormía en el sofá y hasta el día siguiente a las cuatro de la tarde no se levantaba, por lo que, iba los fines de semana al trabajo y me ganaba algún dinerillo para ahorrarlo y poder salir de allí cuanto antes.

Lo que más me asustó fue el hecho de irme sola, me dio mucha nostalgia despedirme de todos los vecinos que me habían apoyado durante mi infancia y adolescencia cuando no tenía a nadie más a quién acudir o pedir consejo, además, no era capaz de despedirme de mi ciudad natal, la que tanto me había enseñado y, mucho menos, de aquella floristería tan especial que había formado gran parte de mi vida y me había ayudado con esta preciosa oportunidad para huir de las manos de la oscuridad, de aquella mujer que ni siquiera se había dado cuenta de que me había ido. Empecé una nueva vida, una que ni yo pensaba que tendría la oportunidad de tener, una que pude currarme y valorar por mí misma y sin dar los mismos pasos que mi madre y los mismos errores absurdos.

Fotografía:

A parte de la lectura que, siempre significó muchísimo para mí, me hizo aprender los valores más importantes que tenemos las personas, la fotografía también tuvo un papel importante a lo largo de mi vida. Me encantaba materializar momentos felices con amistades que vivían en otros lugares y venían a visitarme, o incluso, de vecinos tanto si ellos estaban presentes y posaban para la foto como si no, ¡era magnífico poder quedarte con cada instante y poder recordar las palabras en aquella habitación, en un lugar hermoso o, incluso, en un viaje!. Solía poner todas mis fotos y fuentes de inspiración en un cartucho que tenía adherido a la pared con varios clavos, para poder recordar todos los momentos pasados y que siempre tendría a aquellas personas que en esas fotos me dedicaban una sonrisa cada vez que habría los ojos y les sonreía.

Mi madre jamás supo que tenía una cámara, me la habría confiscado y no la hubiera vuelto a ver, por lo que, la solía poner en una caja de zapatos en el fondo del armario, donde sabía que ni se le ocurriría fisgonear. Tampoco sabía que todos sus momentos locos los tenía fotografiados, instantes en los que no tenía ni idea de dónde estaba ni de si esa era su casa, nunca quiso mi ayuda cuando llegaba hasta el culo de alcohol, así que, la dejaba ir a rastras hasta su cuarto y me daba el momento de fotografiarla para que no se me olvidara quién era ella realmente cuando estuviera con la guardia baja y para confirmarme el hecho de que jamás cambiaría.

Accidente:

Salí del trabajo sobre las once de la noche, me quedé hasta tarde porque quería terminar la edición de unas fotos que tenía pendientes para el día siguiente, no quería que llegase mi jefe y no las tuviera preparadas, tenía mucho respeto en cuanto a eso, me dejó las llaves y me dijo que cerrase su tienda en cuanto terminase, por lo que, así lo hice. Cogí el coche como cualquier otra noche y me dirigí a mi pequeño estudio, a esa preciosidad que esperaba por mí cada día y que decoraba con tanto amor, cuando de repente, me di cuenta de que un coche rojo iba acelerado hacia mí, como si hubiese perdido el completo control del mismo, lo único que pude hacer para esquivarle fue dar un volantazo hacia la derecha. Como estaba tan oscuro, no vi que me había acercado a una zona en la que no había quitamiedos, además que con el susto que me había llevado viendo acercarse tan deprisa a ese coche hacia mí, ni siquiera me había percatado de dónde estaba, así que, caí por el pequeño precipicio que había, mi coche dio un par de vueltas de campana y me quedé inconsciente. 

Desde ese momento, tan solo vivía en otro lado. Estaba rodeada de un bosque precioso que ni siquiera sabía dónde lo había visto o cuál era el motivo de esta pequeña visión que estaba teniendo. Descubrí que aquella niña pequeña que corría lejos, no huía de mí ni de nadie, tan solo quería que recordase lo que había ocurrido en mi pasado, que hiciese las paces con ello y que siguiese mi camino desde ese punto, perdonando mi memoria, perdonando a mi soledad y haciéndome su amiga. Descubrí que era yo misma, quería enseñarme varias cosas que había olvidado, muchas importantes que habían formado parte de mi vida. Finalmente, vi que la niña entraba dentro de mí y me despertaba del coma de repente, viendo por la ventana cómo nevaba y recordando toda mi vida con absoluta claridad. Por fin había explicación...

Un futuro de médicos y ansias por salir del hospital:

Tengo heridas por todo el cuerpo que irán cicatrizando poco a poco y otras emocionales que lo harán con un tiempo mayor. Tenía que perdonar aquello que había dejado atrás, quizá ya estaba muerto y más que alejado de mí, lo mismo había acumulado demasiado odio sin quererlo hacia a una mujer que jamás me había dedicado su tiempo y, mucho menos, su vida. Los médicos dicen que progreso rápidamente pero todavía no tengo un día específico para que me den de alta, todavía me arrastro con una silla de ruedas por los pasillos hacia mi habitación con compañía. A veces, me siento algo inútil porque preferiría poder moverme por mí misma y no pedir ayuda constantemente a personas que ni conozco y que me sacan sangre y me miden la tensión a cada dos por tres, es frustrante. 

Tengo en vista un futuro en el que puedo salir de este lugar lleno de pasillos, niños llorando, personas quejándose... espero que mi precioso piso vuelva a mi vida tan tranquilo y acogedor como siempre, lo añoro, sí que puedo llamarlo hogar. No pienso volver a ver a mi madre ni siquiera volver a mi ciudad, tan solo quiero descansar de este bache y empezar a llevarme a la boca comida de verdad, no me vendría mal el alta pero no todo llueve a gusto de todos, ¿verdad? ¿Habéis visto a vuestra niña interior alguna vez? No cambiaríais esa experiencia, os lo aseguro...

Comentarios

Entradas populares de este blog

Especial Personajes - Primer Aniversario:

Personaje: Emily

Personaje: Sonia