Personaje: Fariah



Relato procedente: "Alas"

Resumen: Una joven que se había ido de casa ya hacía unos años por decisión propia, se encuentra en un mundo totalmente distinto, donde los ángeles existen y es elegida por una Corte muy importante. Conoció a Fariah en una callejuela oscura y solitaria, ella fue la que hizo que conociera todo ese mundo tan diferente y especial y la que le dijo que debía morir para formar parte de los ángeles que aguardaban alrededor de las personas y las ayudaban.

Nombre completo: Fariah Solem.                                            Edad: 213 años.

Ciudad natal: San Francisco.                                                Profesión: Ángel Guerrero.


Descripción física:

Mi cabello rojo intenso, cabalga sobre mis hombros, con los bucles que lo caracterizan en cada momento y le dan vida. Mis ojos de un azul oscuro y potente, tratan de expresar la fiereza que hay en mí, el poder que albergo en mi interior y que está impaciente por salir, llamando a la esperanza para volver a renacer de las cenizas. Las alas que salen de mi espalda cuando voy a alzar el vuelo, son de un negro intenso y brillante, me hacen creer que puedo llegar hasta donde desee y que puedo escapar de todo hasta que mi fuerza se desvanezca, que espero que nunca lo haga. Mis labios gruesos pueden dejar a muchos de mis pretendientes arrodillados, mucho más si me los pinto de carmín. Mi cuerpo esbelto completa el resto de mi potente físico, dado que, voy vestida de cuero negro y con unas botas altas del mismo material, sintiéndome poderosa y capaz de ayudar a quién lo necesita (por simple obligación, ya os cuento luego).

Descripción de la personalidad:

Tengo una personalidad explosiva, me gusta impresionar con mis palabras ásperas y sarcásticas, no aguanto ser la típica niña mimada que está de acuerdo con todo y cree que la vida son unicornios y mariposas. Tan solo creo en mi causa y en nada más, en aquello que tengo que hacer para seguir las órdenes de mis superiores, no me gusta hacer muchas preguntas, así que, siempre cuentan conmigo para lo que sea. Mi vestimenta molesta a los demás pero creo que el negro demuestra poder y fortaleza, expresa el dolor interno y es capaz de intimidar a aquellos que necesitas que se alejen de ti. Soy alguien sensual y que cree que puede llevarse a quién quiera a la cama, pero no me sirven más que para una noche, tan simple y llano como esto, lástima que ellos no lleguen a entenderlo.

Huérfana:

Nunca he tenido lo que se diría "calor familiar", nadie que se preocupara por mí o disfrutara de mi presencia, nadie que supiera que existía. Cuando era un bebé, me dejaron en la puerta de un orfanato en una pequeña cesta y con una mantita de color azul debajo de mí. Me acogieron como a otros muchos niños y querían que siguiera órdenes desde el primer momento en el que empecé a tener uso de razón, lo que no sabían era que yo no estaba hecha para seguirlas. Conforme fui creciendo, me daba cuenta de que nadie me quería en su vida, ninguna familia adoptiva reparaba en mí y empecé a hacerme cada vez más reservada y solitaria, incluso cruel con quién era tan valiente como para dirigirme la palabra.

Conforme fui teniendo más edad, la sequedad en mis palabras, el sarcasmo y la violencia que tenía contra los demás iba aumentando debido a la frustración que sentía ante aquellos que me habían dejado en un pasado que nunca volvería, jamás haría que mis padres biológicos cambiasen su opinión acerca de mí, ni siquiera creía que vinieran jamás, no tenía motivo para pensar que familiares que venían a adoptar niños obedientes y guapos pudieran acoger a alguien como yo. Dejé de intentar gustar a los demás, dejé de pensar cosas positivas que jamás iban a ocurrir y empecé a pensar de forma más fría, cruel y lógica, jamás saldría de allí hasta que tuviera la mayoría de edad, así que, debía hacerme el ánimo.

Surcando por las calles:

Era difícil mantener un trabajo cuando eras incapaz de seguir órdenes, aunque fueran sencillas. Decidí andar por las calles sin rumbo alguno, sin tener un solo motivo por el que mirar hacia adelante, tan solo mi única supervivencia. Sabía que era auténtica, que no me habían querido porque serían niños ricos que no querrían tener hijos ni aunque les pagaran dos millones de dólares. Pensé que averiguarlo me daría respuestas respecto a por qué era y siempre había sido así, tan compleja y con pensamientos tan diferentes a cualquiera, incluso por qué me sentía tan invisible hacia los demás.

Caminaba sin rumbo, comiendo cuando podía permitírmelo, soñando con un pequeño loft cerca de la playa, observando el mar a través del viento, ese que no me podría traer las respuestas que buscaba. Una noche lluviosa, encontré unas páginas amarillas donde casualmente, me topé con los nombres de mis padres biológicos (los del orfanato averiguaron quiénes eran y me transmitieron la información, aún sabiendo que no quería absolutamente nada de ellos), me levanté de aquel callejón mugriento y me dirigí a la calle que figuraba en las páginas. Lo que vi, me sorprendió gratamente, nada de niños ricos, tenían muchos más motivos de los que creía para hacer lo que hicieron.

Una verdad temida:

Me asomé a la ventana de aquella pequeña casa algo alejada del centro, estaba algo vieja pero parecía que podían permitírselo. Parecía ser una familia pobre, no tenían demasiadas cosas en su pequeño hogar y dormían en una colcha vieja que a cualquiera le provocaría un serio dolor de espalda. La pareja que vi abrazarse tiernamente, no tenía demasiado pero lo tenían todo con ese amor que desprendían sus cuerpos al permanecer unidos, en completa sintonía, ambos con los ojos cerrados. 

Comprendí que no podían haberme alimentado, ni siquiera haberme tenido en una casa. Si hubieran decidido quedarse conmigo, no estarían en ese pequeño lugar al que llamarían hogar, quizá habría sido más difícil mantenerse bajo un techo y poder seguir adelante debido a la falta de comida, la comodidad y al agua caliente, no podrían haberme dado nada mejor de lo que tenían ellos. Con lágrimas en los ojos, dejé aquel lugar e intenté olvidarlo cada día robando cervezas de una tienda de 24h donde no había cámaras y podía hacerlo disimuladamente. No dejaba de pensar en lo egoísta que había sido y en lo mal que me había sentido por ser abandonada, no podía soportar la culpa de no haber dado opción a que fueran buenas personas y simplemente no pudieran mantenerme.

Ángel Ariah:

No dejaba de beber, era alguien que no podía aceptar el pasado y que permanecía aferrada a él porque, aunque me hubieran abandonado en un orfanato donde sabían que tendría comida, agua y un lugar donde vivir, parecía más seguro que mi presente. Permanecía ebria prácticamente todo el día, hasta el momento en el que apareció un joven vestido con una gabardina negra y con una mirada penetrante, además de una determinación que se podía distinguir en sus ojos, se acercó a mí y me dijo que podría ayudar a todos aquellos que quisiera, incluso a mis verdaderos padres con sus deficiencias tanto económicas como emocionales, que podría echarle una mano a cualquiera que lo pidiera en voz baja, que mi vida no era buena y que tenía cualidades de sobra como para formar parte de la Corte de Ángeles a la que él mismo pertenecía y se sentía tan orgulloso.

No podía creerme lo que estaba escuchando. Estaba sentada en una calle mugrienta, llena de basura a mi alrededor, totalmente ebria y sin poder decir una palabra y aquellas personas se habían fijado en mis talentos, era impresionante. Me enseñó que podía sanar con mis propias manos mediante un corte que se hizo en su mano derecha con una pequeña navaja y que fui capaz de curar tan solo poniendo mis manos sobre la suya, fue algo impresionante e incapaz de expresar con palabras. Ahí fue el momento en el que pude creer firmemente que podía cambiar mi presente, que podría tener una familia en quién apoyarme y que podría hablar con alguien de mis problemas, que verdaderamente podría escapar de aquellas sensaciones de mierda que me embaucaban día a día, pero como todo, tenía un precio: mi vida.

La Corte de los Ángeles:

Nunca había visto con mis propios ojos unas paredes tan blancas y que expresaran tanta pureza, un olor tan suave suspendido en el aire y a siete personas sentadas en una mesa alargada observando fijamente a la recién llegada, la cual, daba la casualidad de que era yo, había sacrificado una vida para una causa mayor, no iba a hacer nada sentada en aquel callejón sin tener nada más que ropa que estaba para tirar, así que, decidí junto con todas estas personas que más tarde serían mis guías y mentores, que era apta para el trabajo que me encomendaran.

En muchas ocasiones la cagué, en vez de hacer el bien hacía el mal porque era eso lo que mi pasado representaba, en esos momentos me castigaban a reclutar a más como nosotros, era un trabajo de lo más aburrido y sabían lo poco que me gustaba. Empecé a sentirme como en casa poco a poco y me acoplaba bien al entrenamiento y a las clases donde nos enseñaban qué era ayudar y cuidar a los demás, qué acciones podíamos realizar para acomodar sus vidas, para hacer a las personas sentirse cada vez más seguras y cómo mejorar nosotros para cambiar el mundo. Todo esto era realmente reconfortante, jamás había hecho nada que fuera tan importante como para que contaran conmigo cada día, ni siquiera esperaba que las alas se convirtieran en algo tan necesario como respirar, jamás había volado y era una sensación maravillosa, de hecho, mostraban la personalidad de cada ángel.

Un futuro de mejora y diferencia:

Continuamente reclutamos gente y eso es lo importante, ayuda a superarte como persona y como alma íntegra. Siempre he deseado ser parte de algo más grande que yo misma y lo he conseguido con creces, sin pedirlo y sin decirlo en voz muy alta, ha sido un deseo hecho realidad. Lo que se pretende es marcar la diferencia entre un mundo que no nos necesita por uno que reconozca que hacemos bien nuestro trabajo que, al menos, sientan que existimos por mucho que seamos invisibles para la mayoría, algo con lo que he ido lidiando toda mi vida y no ha sido precisamente agradable.

Sigo siendo igual de cínica y sarcástica y más cuando me envían a la zona de reclutamiento, donde tengo que convencer a personas con talento que verdaderamente pueden formar parte de una causa sacrificando su vida por ayudar a los demás. Jamás me han ayudado a mí pero me niego a caer tan bajo como ellos y más cuando puedo ayudar a mis padres económicamente como puedo, desde las sombras, observando que todo siga bien entre ellos, intentando que mis lágrimas no rocen por mis mejillas cada vez que imagino cómo sería todo si hubiera formado parte de su pequeño espacio, cómo hubiera sido ser amada...

Comentarios

  1. Wow! This is another well-developed character with a detailed description of every facet of her life. She is a well-rounded character having many dimensions. A hug!

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