Personaje: Nail



Relato procedente: Vida Pasada (Huellas del Tiempo).


Resumen: Nail fue la vida pasada de el actual Gail, el fiel salvador de la antigua Lybeth que ahora se ha visto traída al mundo con un nuevo aspecto físico, llevando el nombre de Kate. Gail la buscó por todos las partes del mundo hasta que la encontró en una taberna y le mostró aquellos sentimientos mutuos que surgían en los sueños tan intensos que ambos tenían, lo cual, fue lo que le atrajo a ella y al saber que estaba en lo cierto con que era ella, no se equivocaba.

Nombre completo: Nail Rolssbert Nucert.                         Edad: 33 años.

Ciudad natal: Nueva York.                                                Profesión: Banquero.


Descripción física:

Mi cabello castaño es corto y brillante, debido al champú que uso. Mis ojos del mismo color que mi cabello, son tan expresivos y penetrantes que nadie puede resistirse a bajar la mirada, nadie ha podido aguantarla ni un minuto. Mis labios finos hacía tiempo que vivían de luto para responder con una sonrisa, junto con una voz pausada que siempre anhelaba hablar con alguien, dado que, permanecía solo y en las sombras desde la muerte de mi hermana pequeña. Mi cuerpo esbelto demostraba lo que era cuidarse, hacer ejercicio cada mañana y ser una persona activa, por mucho que trabajara siempre sentado en mi trabajo, encontraba el momento para cuidarme tanto en la comida como en mi ejercicio diario por mucho que llegara cansado a casa.

Descripción de la personalidad:

Siempre me había gustado cuidarme y ayudar a los demás desde lo que le ocurrió a mi hermana pequeña que, más adelante, os lo contaré. Había sabido desde siempre lo que era malo para el ser humano, veía nuestra cultura como una paria social y no tenía motivo para apoyar a los que nos gobernaban, me han encantado los animales y compartir cosas con alguien que mereciera la pena, aunque hacía algún tiempo que dejé que pasara. Soy una persona muy trabajadora y dedicada a lo que hago, cuidarme es el pilar básico de mi vida para poder cuidar a los demás en la misma medida o incluso más. Jamás he sido partidario de los vicios, de hecho, he ayudado a las personas para que los dejaran sí o sí y de la mejor manera posible.

Una infancia perfecta:

Mis padres siempre habían cuidado de nosotros, nos dieron todo lo que pudieron hasta que pude irme de casa, dado que, mi hermana todavía tenía catorce años cuando yo me fui. Estábamos muy unidos, no quería que me fuera a otra ciudad pero me salió un buen trabajo y me mudé a San Francisco. Siempre jugamos juntos, tanto a coches como a muñecas, no nos despegábamos porque siempre me había sentido responsable de Liss, la había cuidado cuando era un bebé y mis padres no podían ocuparse porque estaban trabajando, lo había compartido todo con ella sin darme cuenta, incluso gracias a ella, me empezaron a gustar los niños, cosa que no conseguí por mí mismo. Nos llevábamos diez años de diferencia pero no lo parecía ni lo más mínimo, jugábamos como dos niños pequeños de la misma edad exacta, con tonterías similares y con un montón de risas que componían nuestra infancia.

Nuestros padres siempre se sintieron orgullosos de nuestra relación, dado que, muchos de los amigos que trabajaban con ellos tenían hijos y parecía que siempre se peleaban y no les dejaban vivir de una forma tranquila y relajada. Nosotros éramos diferentes, siempre me había sentido responsable, justo desde que nació, desde que la sentí en mis brazos decidí que protegería a aquella niña que tenía los ojos cerrados y unos deditos tan pequeños que sorprendían. Esa fue mi promesa hacia ella, parece que no la cumplí demasiado bien, al fin y al cabo.

Hermanos separados:

Cuando Liss hubo cumplido los catorce años, yo hube cumplido los veinticuatro y no quise seguir los estándares normales que revoloteaban por la sociedad, aunque al final tuviera que agachar la cabeza para ser independiente. La cuestión es que en San Francisco me dieron la oportunidad de trabajar en un banco, un amigo del instituto pensó en mí de inmediato, no me hacía falta estudios porque él se ocuparía de enseñarme, siempre nos habíamos compenetrado muy bien y sabía al igual que yo que los estudios no era todo para ser bueno en tu trabajo, así que, yo pude demostrarlo con creces.

Ésta oportunidad tan importante para mí, para mi independencia y de ser un hombre, afectó increíblemente a Liss, siempre habíamos estado juntos y era incapaz de separarse de mí durante tanto tiempo, de saber que me mudaba, empezó a encerrarse en sí misma, casi ni hablaba y empezó a caer en depresión. Intentaba visitar a mi familia todo lo que podía para compartir unos días con ella, para que me tuviera cerca y pudiera ver que tampoco era tan malo estar separados, sino que, nos podíamos ver siempre que quisiéramos, pero esa promesa tampoco la cumplí, porque mi trabajo empezó a necesitar más de mí y de aparecer por casa cada fin de semana, iba de visita una vez al mes y, sin darnos cuenta, Liss ya se había hundido por completo.

Tonteos con drogas:

Mis padres siempre han negado que Liss empezó a sentirse atraída por las drogas, en este caso, flojas cuando me mudé a San Francisco, no querían que me sintiera culpable por su estado, ni siquiera por su muerte. Empezó con la marihuana, para evitar sentirse tan sola como se sentía, dado que, mis padres nunca estaban en casa y ella se pasaba el día allí metida, haciendo los deberes o con la música a tope para no oír sus pensamientos; esa droga la dejaba en las nubes, pero no era suficiente, ella no quería sentir, así que, siguió con los analgésicos que utilizaba mi madre para el dolor que tenía en el brazo izquierdo por una caída que tuvo hacía unas semanas, dejaba sus sentimientos totalmente paralizados, ni siquiera se movía de la cama porque no podía, también le afectaba al físico.

El fin de semana que fui a visitar a mi familia, pillé a mi hermana con los analgésicos y la marihuana, pero realmente, no la regañé como debí hacerlo, no la asusté como debió hacerlo un hermano mayor preocupado por ella, jamás pensé que llegaría a más. Entendía que estuviera depresiva, me culpaba de que me hubiera ido, por sentirse sola, estaba desesperada por compartir su vida con alguien e insultaba a nuestros padres porque nunca estaban en casa, casi ni se cruzaba con ellos y en el instituto se juntaba con malas compañías porque decía que necesitaba evadirse de su soledad, lo que, la hacía sentirse más sola y más apartada, era una solución inversa.

Un gran ascenso:

Después de estar unos tres años en el banco, mi jefe pensó que iban a ascenderme, querían que tuviera más responsabilidad y más capacidad de decisión en la empresa, pensaron que era una muy buena adquisición para ellos y querían que formara parte de muchos de sus acuerdos con otros bancos nacionales e internacionales. Me pareció muy bien, dado que, eso significaba un mayor sueldo y, por consiguiente, una mejor calidad de vida; acepté el ascenso aunque sabía que a mi hermana no le iba a gustar la idea, dado que, de ver a mi familia un fin de semana al mes, pasé a verlos una vez cada seis meses, tenía demasiado trabajo como para darme un descanso, no me di cuenta de lo que iba a repercutir mi ausencia en Liss.

Mi hermana se enfadó y cada año me tenía más rencor, se llegó a alimentar de él. No podía comprender por qué me alejé de la familia, no entendía que necesitaba independizarme, empezar una nueva vida por mí mismo y poder empezar a pensar en mí, ella no estaba de acuerdo, lo entendí en cierta manera, crecimos juntos y la cuidé yo mismo, era su hermano mayor y alguien muy especial para ella con quién compartió todo, incluso nuestros secretos más bien guardados.

Una caída en el abismo:

Conseguí un mes de vacaciones en el trabajo, me lo había currado muchísimo durante todo el años y se vieron en la necesidad de recompensarme y, por supuesto, vi mi oportunidad para pasar más tiempo con mi hermana, quería recuperar el tiempo perdido, pero no tenía ni idea de en qué hoyo había caído y, mucho menos mis padres que vivían con ella. Empecé a notar sus ausencias, vi lo poco que empezaba a importarle la familia, empecé a seguirla y descubrí con qué gente se juntaba, incluso, vi cómo conseguía dinero para comprar droga, esa que se metía cada noche en una casa abandonada cerca del lago donde vivía nuestra familia. No podía creer que se prostituyera su cuerpo para conseguir dinero para eso, era detestable y quería respuestas, pero lo único que me contestó fue que la dejara morir sola, como había estado durante esos tres años. Esos tipos fueron como su familia, las que se la follaban mientras estaba puesta hacían que se sintiera querida aunque fuera por un rato y la droga... bueno, la droga la hacía olvidar quién era ella, quién era su familia y la soledad que se cernía sobre su vida.

Después de varias discusiones fuertes durante todo ese mes, decidí contárselo a nuestros padres, creía tener esa responsabilidad con ella, pero me prometió que lo dejaría si no les contaba nada, que terminaría con todas aquellas relaciones y con la droga, la creí de primera mano porque nunca creí que estuviese tan enganchada y yo tampoco como para enterarme meses después de que había muerto de una sobredosis.

La muerte de Liss:

La muerte de mi hermana me consternó gravemente, llegué a salir del banco hiperventilando y no pude evitar gritar en medio de la calle debido al dolor que estaba sintiendo en aquellos momentos. Me sentía culpable por haberla dejado sola, pensé mucho en si no hubiera aceptado esa oportunidad en el banco, ella todavía seguiría viva... tenía un montón de pensamientos en mi mente que no podía evitar y empecé a encerrarme en mí mismo, de hecho, dejé atrás la ciudad y empecé a vivir en una casita de madera a las afueras para que nadie me molestara, dejé de ir con mis compañeros a los almuerzos rutinarios, e incluso, dejé de hablar, aunque lo único que no dejé de hacer fue de trabajar para mantenerme centrado en algo por mucho que mi jefe me obligara a tomarme un tiempo para mí, se me caía la casa encima y no podía cerrar los ojos, Liss me culpaba de todo y no podía respirar.

No dejaba de dar vueltas cada noche, imaginando lo que podía haber sido, cómo podría haberlo solucionado, cómo podría haber seguido nuestra vida si hubiéramos podido estar juntos, pero nada de eso servía ya, estaba muerta y era innegable. Así que, en cada drogadicto que veía por la calle, la veía a ella, decidía ayudarle, desengancharle de la droga, recibiendo un agradable agradecimiento por mi ayuda, y así es como conocí a Lybeth.

La increíble Lybeth:

Era una chica preciosa a simple vista, una joven que no dejaba de matarse a sí misma con aquella droga que se metía cada día en las venas. Me recordaba a Liss, quería evitar otra víctima y decidí llevármela a casa y hacer exactamente lo mismo que hice con los demás, pero una vez hecho, no pude sino acercarme cada vez más a ella, completarme con aquella mirada y su sonrisa, tenía una piel preciosa y fina y empecé a pensar en Lybeth de otra manera, no como una ex drogadicta que terminó siendo mi compañera de piso, sino como algo mucho más intenso que eso. Me demostró que sentía lo mismo la noche en que nos besamos y no hubo mejor momento que ese para acostarnos juntos, para tenernos el uno al otro y dejar que los días pasaran lejos de nuestra burbuja, dejándonos llevar por nuestras miradas.

Fueron los mejores meses de mi vida, sin dudarlo, no podía creer que esa droga que tanto odié por lo que le hizo hacer a mi hermana, hubiera traído algo tan preciado a mi vida y que un gilipollas que no estaba atento mientras conducía me lo quitara sin siquiera parpadear. Me llamaron del hospital para decirme que el amor de mi vida se había disipado en el aire, prometiéndome a mí mismo que nos encontraríamos en otra vida, que volveríamos a ser uno como lo habíamos sido en ésta.

Una muerte intensa:

Para poder encontrar a Lybeth en otra vida, tenía que sacrificarme en ésta para poder tener una edad considerablemente parecida y, al menos, nacer en un sitio algo cercano para no tenerlo demasiado difícil, ambos íbamos a tener un aspecto diferente. Los que estaban arriba pedirían algo a cambio por dejarme la habilidad de reconocer a Lybeth en cuanto la viera con un físico diferente y el mantener esos recuerdos de esta vida, así que, me sacrifiqué para volver en nuestra siguiente vida, confiando totalmente en que existía una reencarnación a la que asociarse y ganar, en la que poder llegar a ella.

El coche estaba en el garaje, así que, tan solo tuve que encender el motor y quedarme allí dentro respirando el humo del tubo de escape, poco a poco iba ahogándome, tosía fuerte, mi cuerpo ya no sabía cómo ingeniárselas para salvarme, pero no quería que lo hiciera, así que, me rendí y me dejé llevar por la muerte.

Una Lybeth renovada:

Lybeth era Kate, con una misma alma pero con un cuerpo distinto. En esta vida no era drogadicta y yo no era Nail, sino Gail, era tan guapa como lo fue cuando la conocí, parecía que hubiera pasado una eternidad sin verla, me reconfortó poder encontrarla y volver a mirar sus ojos, su profundidad, dando gracias a la llamada reencarnación, a que existía algo así para las almas que quisieran reencontrarse.

Sabíamos perfectamente nuestros gustos, lo que queríamos hacer, cómo queríamos vivir nuestra vida, incluso si queríamos tener hijos o no, antes de abrir la boca, nos comprendíamos desde el primer momento en que nos vimos, pasando por vidas distintas. Ella siempre había estado esperando a la persona indicada, no le había llegado a gustar nadie, por eso jamás había tenido una relación, al parecer estaba esperándome a mí.

Un futuro lleno de sorpresas:

Sacrifiqué la vida que tenía por una nueva, dejé atrás trabajo, amigos, el recuerdo de mi hermana... para poder empezar algo que valía la pena y que en la vida anterior no había tenido tiempo de disfrutar, no soy alguien que se conforma con poco. Kate siempre había pensado en mudarse a una granja y tener hijos, compartir la vida con alguien que de verdad la mereciera y dejar pasar los años, juntando el amor con la comprensión y el respeto, y eso es justo lo que hicimos.

Jamás me arrepentiré de ese sacrificio, ahora sé que, incluso el amor puede pasar por encima de la muerte y volver a florecer, que dos almas pueden encontrarse una vida tras otra y no dejar de amarse por mucho que la distancia lo intente o por mucho que las malas lenguas estén encima de ello, nada puede cambiar lo que uno siente, ni siquiera la muerte, como bien he dicho antes. Ya he comprobado que se puede renacer, vivir una nueva vida y sentir que formas parte de la vida de alguien, que has pasado por encima de todo por estar con quién quieres y dándote cuenta de que los milagros son posibles.

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