Personaje: Marcus


t

Relato procedente: "Otra Vida" (Huellas del Tiempo).

Resumen: Una mujer perdida en las sombras de la oscuridad sin haberse dado cuenta de que llevaba tan solo tres días muerta y su familia sentía su pérdida como algo desgarrador que no volverían a tener en sus brazos, en especial su marido Seth, con el cual, no cesaba de discutir y su matrimonio se convirtió en un infierno, aunque ahora que ella no estaba sentía todo aquello tan profundo que no le dejaba respirar al perder a la mujer que más quería en el mundo o, al menos, se dio cuenta de ello.

Nombre completo: Marcus Giovette Newerlins.                     Edad: 20 años.

Ciudad natal: Seattle.                                                          Profesión: Guitarrista.


Descripción física:

Mi cabello dorado es corto y peinado un poco hacia arriba, para mayor comodidad y porque creo que me queda mejor que estando hacia abajo, sería demasiado aburrido y poco vistoso. Mis ojos verdosos están llenos de recuerdos de mi pasado, algo que no he sabido manejar muy bien desde la muerte de mi madre hace años atrás. Mis labios finos disfrutaban cada vez que ayudaba al cantante de mi grupo haciendo el coro, eran los únicos momentos donde podía sonreír. Mi cuerpo esbelto salta cada vez que la música me posee y fluye dentro de mí como si no hubiera un mañana.

Descripción de la personalidad:

Diría que soy un tipo nervioso, diría que no soy mucho de mantenerme quieto y respirar hondo a esperar que las cosas vengan a mí, ni siquiera puedo pararme un solo segundo a pensar. Soy bastante impulsivo, mi cabeza no para de lanzarme planes maestros para tomar decisiones al instante, pero de lo que no me doy cuenta es del hecho de que lo puedo cagar todo si tomo una mala decisión. La música ha sido mi mundo y sigue siéndolo, echa de mi cabeza y mi cuerpo todo los temores, todos los malos recuerdos y desdicha, deja que entre toda la potente electricidad dentro de mí como un fuerte látigo que me mima y deja que sea parte de ello.

Fuerte conexión:

Desde que nací diría, tuve una especie de conexión muy fuerte y especial con mi madre, era algo que nadie podía explicarse, era algo que echaba cualquier otra relación a la basura, nada se podía comparar con aquello, con la sintonía que teníamos ambos. Compartíamos todo, desde nuestros sentimientos a todo lo que habíamos hecho durante el día, no había cosa que no nos dijéramos; me encantaban los cuentos que me leía cada noche y agradecía que cada día nos hiciera la comida y admiraba que se tomara las cosas con tanta tranquilidad y sin miedo alguno.

Esa conexión se forjaba cada año que pasaba, en cada cumpleaños, en cada paseo por el parque, en cada sonrisa compartida, en cada emoción que éramos incapaces de ocultar. Parece que esté narrándolo como una historia de amor fantástica y especial, pero no tiene nada que ver con una relación romántica, era amor incondicional, algo que muchas personas no entienden y no comparten porque no tienen ni idea de lo que es, ni creo que fueran capaces de dar un pedazo de sí mismos de esa forma. No necesitaba a nadie más teniéndola a ella, tampoco quería que vinieran mis amigos a recogerme porque prefería acompañarla a ir de compras o a que entregara unos pantalones a una tienda para que les arreglaran los bajos; significaba mucho para mí, en resumidas cuentas. No era como la relación con mi padre, más condescendiente, respetuosa y un tanto fría, con él tenía otro tipo de momentos, pero incluso él lo veía y, aunque mis padres no estaban en sus mejores momentos de su matrimonio, notaba perfectamente esa conexión que vibraba entre nosotros cuando estábamos juntos o tan siquiera cuando hablábamos en la mesa mientras comíamos, era imposible que no se viera a simple vista.

Accidente:

Durante diez años, nunca pensé que pudiera pasar nada malo, vivía en un mundo de fantasía que se torció en tan solo unos segundos, en un choque con otro vehículo que venía hacia nosotros como un loco en medio de la carretera mientras mi padre conducía, alguien que había bebido demasiado y que su sentido de la responsabilidad se había extinguido por el camino. Mi madre salió despedida del coche porque no llevaba puesto el cinturón de seguridad, decía que era muy incómodo y que no pensaba ponérselo por mucho que mi padre se quejara (que lo hacía demasiado, mi madre llegaba a acostumbrarse a ello); esa cabezonería le costó la vida dado que su cabeza se dio contra el pavimento de la carretera y ahí terminó todo. Sufrí varias magulladuras y estaba lo suficientemente aturdido como para no creerme absolutamente nada de lo que había ocurrido y mi padre tenía un par de costillas rotas, varios cortes pero nada más importante de lo que preocuparse.

En los tres días que prosiguieron, tuve el mayor shock jamás existente, de hecho, llegué a verla como si estuviera presente, como si el accidente no hubiese ocurrido aunque seguía demacrada y su mirada ahora era fría y sin vida. No entendía aquellas visiones, pero en esos días me fui acostumbrando, la verdad, no quería que se fuera de mi vida, estaba ansioso por volver a verla cada vez que se marchaba de mi habitación para vagabundear cerca de mi padre. Después de ésto, se fue y supongo que encontró la paz o algo por el estilo porque ya no volví a verla nunca más, algo que anhelé como nada en el mundo. Tuve que ir a un psicólogo durante más de dos años para que me ayudase a encajar la pérdida, omití la parte en la que el espíritu de mi madre se me apareció para no tener que estar más tiempo con alguien desconocido que, probablemente, no entendería por qué fui capaz de ver aquello; tendría excusas tales como: El estrés postraumático te hace ver cosas que no existen, eso te lo provocan tus nervios, voy a darte unas pastillas para olvidar... en fin, cosas para las que no estaba nada preparado y tampoco quería que pensaran que estaba como una regadera, así que, intenté superar aquello como pude para irme de aquel lugar en el que comprenderme sería tan difícil como olvidar que sucedió aquel fatídico accidente.

Agonía:

La psicóloga seguiría con sus terapias sobre aceptación y demás, pero me encontraba francamente desubicado, con cambios de ánimo y humor, con reacciones extrañas en mi cuerpo y cosas que no llegaba a entender por qué se producían de una forma tan constante, pero todos insistían en que había pasado por un hecho traumático y tenía que pasarlo de ésta manera. Me negaba a pasarlo así verdaderamente, pero no tuve otra que aguantar como pude todas aquellas cosas extrañas, miradas de compasión por parte de miembros del profesorado y compañeros de clase como si perder a un ser querido le diera derecho a otro a tener pena por ti, dificultad en mantenerme en pie y encontrar la paz en mi interior, pero algo cambió en mí con la primera canción de "Fuck the System" del grupo musical System of a Down, algo que empezó a cambiar mi vida por completo, algo que hacía que mi oscuridad interna se volviera luz y pudiera respirar con mayor libertad.

Cada noche me acostaba con los auriculares puestos, atacado por un insomnio que no era capaz de desaparecer, algo que dejó de importarme cuando cada vez conocía a más grupos de música heavy y rock y permanecía horas escuchándolos sin parar para poder sanar y tener la oportunidad de dejar de culparme a mí mismo por haber sobrevivido yo y no ella, era algo que me producía tanto dolor como desasosiego, me ahogaba y esta música hacía que saliera de mí sin problemas, así que, decidí comprarme una guitarra eléctrica para que todo ese dolor saliera de ella mediante las notas musicales y al rasgar las cuerdas como si tan solo estuviese yo en el mundo, sin importarme el resto, ni siquiera mi estado en ese momento.

Un grupo diferente:

A los dieciséis años terminé el instituto pero ni en broma quería ir a la Universidad, ni siquiera me interesaba lo más mínimo a pesar de las quejas de mi padre, sabía lo suficiente como para seguir con el grupo musical que habíamos creado. Éramos los cuatro de siempre, los que nos conocimos desde que éramos pequeños y compartíamos nuestros más y nuestros menos, a todos nos gustaba esta música y decidimos hacer versiones al principio para ver cómo nos iba y después empezar más en serio y empezar a sacar nuestro material. 

Queríamos ser un grupo diferente, es decir, nada que ver con lo que se veía por ahí últimamente, ser personas con moral y con una música profunda que dar a otros para que se sintieran identificados con nosotros, dio la casualidad de que lo conseguimos. Les gustamos a muchas discográficas y nosotros fuimos los que pudimos decidir con cuál de ellas nos quedábamos, fue una que respetaba aquello que íbamos a tocar y cómo íbamos a hacerlo todo, era genial y nos sentíamos como en casa, de hecho, no salía del estudio para nada, siempre me quedaba componiendo y escribiendo canciones que realmente sentía dentro de mí, no quería parar de expresar aquel veneno que quería sacar de mi interior. A partir de este momento, dejamos de tocar en pubs y bares para empezar a tocar en escenario más grandes y viajar a diversos lugares del mundo donde ya nos seguían y nos conocían, en realidad, estábamos teniendo un inicio de carrera inolvidable y todo ello se lo dedicaba a mi madre que iba conmigo a todas partes, justo dentro de mí.

Un viaje inesperado:

Hemos sido muy responsables desde un primer momento con todo lo que acarrea ser artista, hemos roto miles de reglas para hacer lo que nosotros considerábamos mejor como entrar en la sala de conciertos de un lugar donde no nos permitieron tocar dado el hecho de que nuestro material era rockero y pensaban que estábamos alabando a Satán, aunque era muy divertido verles con aquel miedo metido en el cuerpo cuando nos veían entrar pero jamás nos habíamos atrevido a hacer un viaje planeado a un lugar donde no habría ningún tipo de contratiempo. 

Decidimos largarnos los componentes del grupo sin avisar a nadie, simplemente nos había surgido la idea de marcharnos a Tailandia, un lugar diferente al que no habíamos ido y en el que nos sentiríamos increíblemente diferentes. Respiramos aire puro, evadimos cualquier llamada o mensaje de la compañía discográfica y tuvimos tiempo de componer canciones en los maravillosos bosques que allí habitan. Digamos que volvimos más fuertes que nunca para seguir adelante y con broncas que fueron aumentando conforme nuestros motivos iban perdiendo fiabilidad al no haber avisado de que nos íbamos de vacaciones. En el viaje pude volver a ser yo mismo, sin pensar en la fama ni en nada más, era viajar con unos amigos y conmigo mismo a un lugar al que no esperábamos ir en mucho tiempo debido a la carga de trabajo y quería conectar con la naturaleza ahora que podía, salieron muchas cosas increíbles de aquel viaje como palabras sanadoras al descubrir que toda la culpabilidad sobre el accidente había desaparecido por completo, por fin me sentía sanado por completo gracias a la maravillosa música que limpiaba cualquier tipo de negatividad que sintiera dentro.

Un futuro de música y cosas increíbles:

Mi padre jamás creyó en mí. Eso hizo que me levantara con más fuerza para cumplir mis sueños con más ahínco y convertirme en el guitarrista de un grupo maravilloso que viaja por todo el mundo compartiendo lo más preciado que tiene que es el sentimiento; así que, no he vuelto a casa desde que a los dieciséis años decidí formar el grupo de una forma profesional con el resto de mis compañeros, no le veo desde entonces, ni una sola llamada de ese hombre que se pasa las tardes lloriqueando y sin mover el culo del sofá, sin rastro de progresar. Jamás fue nadie sin mi madre y ahora que no está todavía menos, mira todos los vídeos de boda y cumpleaños pero eso no cambiará lo que ha ocurrido o que en estos momentos ya no esté en nuestras vidas.

Mi futuro próximo es un concierto al que nos estamos acercando. Nos dirigimos a Alemania para dar un concierto enorme y al que nos espera muchísima gente, se agotaron las entradas y hemos entrado en shock porque no nos lo esperábamos para nada, tan solo llevamos cuatro años en la industria musical. Pensamos que todo lo que vivimos es una locura pero en el pasado, han habido personas que nos han hecho quiénes somos ahora y nos han completado de amor y ternura, esa que al perderla nos hace más fuertes y seguros de nosotros mismos, nos hace olvidar nuestros problemas, crea emocionantes recuerdos y hace que esperemos una vida cada vez mejor alrededor de las personas que más queremos. Eso espero para mí y para mi grupo, ahora es mi familia y es de agradecer tener a alguien así en mi vida, no como lo que tuve pero puede ser mejor.

Comentarios

  1. Hola, buenas noches, como te dije suena interesante, habrá que leer más detenidamente..
    Gracias, buena noche, besos de colores..

    ResponderEliminar
  2. Gracias por tu comentario, me alegra que te haya gustado :)

    Saludos.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Especial Personajes - Primer Aniversario:

Personaje: Sonia

Personaje: Emily