Personaje: Celia



Relato procedente: "Destacar" (Huellas del Tiempo)

Resumen: Celia siempre había creído que su libro no había llegado a nadie, que a muy poca gente le importaban sus pensamientos o sentimientos, se sentía una fracasada hasta encontrarse con un fan fiel que le pidió un autógrafo en mitad de la calle donde la oscuridad les acompañaba y quiso que la abrazara, fue su inspiración y la joven no podía creer que a alguien le hubiese gustado tanto, terminando por comprender que, prefería que a una persona le hubiese llegado al corazón que no a ninguna o que, al menos, hubiera comprendido la historia que quería contar.

Nombre completo: Celia Grover Lane.                                                   Edad: 28 años.

Ciudad: California.                                                                        Profesión: Escritora.


Descripción física:

Mi cabello castaño oscuro, largo y lacio suele permanecer intacto, nada de coletas, pinzas o moños, siempre suelto, me gusta sentirlo al caminar. Mis ojos azul intenso ven la oscuridad alrededor y comprenden que no pueden tener otro futuro. Mis labios gruesos tratan de encontrar una forma positiva de ver las situaciones pero, a la vez, son incapaces de articular palabra ante el fracaso diario. Mi tez pálida predomina debido a las pocas veces que suelo salir durante el día a andar, hacer recados o cualquier otra cosa similar. Mi cuerpo esbelto intenta no entrar en la dinámica de moda actual, nunca he querido ser otra copia barata de la Barbie. 

Descripción de la personalidad:

Siempre me he descrito como una persona bastante sensible y rebelde, con muchas reflexiones inconexas en mi cabeza, incapaz de gestionar el trajín de sentimientos de impotencia que siento al ver que no interesa demasiado lo que escribo, que no forma parte de la vida de nadie, que no he cambiado ninguna vida o forma de pensar. He sido muy fatalista, incapaz de dejar entrever el positivismo por una pequeña rendija, sin demasiadas expectativas o aspiraciones, totalmente vacía por dentro. Compleja de sobrellevar, indiferente, e incluso, algo huidiza del resto de la humanidad.

Golpes de soledad:

Durante toda mi existencia, había querido compartir mi vida con el resto de personas, con amistades interesantes, compartir puntos de vista distintos y tomar algo mientras conversamos pero, para mí, siempre ha sido algo imposible. Siempre que quería formar parte de una conversación, de la vida de alguien o, tan solo, observar desde cerca su rutina, me decepcionaban con sus continuas palabras de negación a mi compañía porque no era de familia rica, solía tener opiniones distintas y no compartía sus absurdos gustos de ropa. Desde pequeña me identificaba mucho con la moda rockera o punk, prefería ir cómoda que no embutida en un vestido o una camiseta en la que fuera a notar que mis pechos iban a estallar de un momento a otro pero, nadie era capaz de aceptar algo similar, por lo que, preferían dejarme de lado sin darme una explicación.

A veces, conseguía hablar con alguien con gustos parecidos pero, al final, terminaba sola, unos golpes cada vez más fuertes, duros e incomprensibles para mí. En ocasiones, he dado demasiado de mí misma para no recibir nada, he esperado más de lo que debía y tampoco he tenido la opción de saborear qué era una verdadera amistad o un amor pasional que cruza las barreras más gruesas jamás construidas, jamás supe qué era ser especial, incluso, importante para alguien.

Familia desestructurada: 

Se gritaban por teléfono, incluso en persona aunque estuviesen separados, no se aguantaban y yo era la tonta de en medio. Iba de aquí para allá, tratando de gestionar mis sentimientos ante la prematura separación de mis padres, ante el esfuerzo que supone ser hija de una pija de ciudad y un pobre hombre venido de una familia todavía más pobre que no quería más que joder a la zorra que le había arruinado la vida sin tener en cuenta que la que pagaba las consecuencias de sus actos era la joven que les miraba anonadada esperando sin éxito que dejaran de tratarse como niños pequeños a los que les habían quitado su piruleta.

Se divorciaron cuando tenía ocho años, la edad suficiente como para entender a grandes rasgos lo que estaba ocurriendo. No podía soportar los gritos, los portazos, los silencios incómodos tras una pelea... parecía crecer en una constante soledad que seguía subiendo en espiral. Todavía siguen haciéndolo pero por teléfono y a través de abogadas, esperan que vuelva a casa a pesar de cómo se llevan, a pesar de los constantes insultos y golpes de soledad en los que me he visto envuelta cada día y el compromiso ante las preguntas: "¿y tú quién crees que tiene razón?", "¿a qué tu padre está equivocado?", "le tendría que echar de casa, ¿verdad?". Siempre han sido inaguantables y siempre lo serán, eran como dos adolescentes discutiendo por qué película ver en el cine, patético...

Independencia todavía más solitaria:

Decidí largarme de casa de mis padres en cuanto cumplí los diecisiete años. Trabajaba en una tienda de ropa a las afueras y ganaba lo suficiente como para mantenerme. Estaba orgullosa de poder dar el paso por fin, mis oídos sangraban de tantas discusiones absurdas e idas de olla que poco entendía, no quería vivir en ese entorno tan tóxico nunca más. Evidentemente, no les gustó para nada la idea, tampoco esperaban que tuviese el valor de hacerlo ni que fuese capaz de sobrellevar un día a día tan duro como es la independencia. Esperaban que volviese cualquier día de estos, pero han pasado once años y no he necesitado nada de ellos ni de sus incómodas conversaciones, ni siquiera se han molestado en llamar para saber cómo estoy, están demasiado concentrados en su ego y orgullo para prestar atención a nada más.

Me he visto sola en un apartamento con unas vistas preciosas, ni siquiera imaginaba que pudiese permitirme algo así con una paga tan básica como la que tengo en la tienda, pero si me sirve para vivir y no me da ningún problema... adelante. No suelo hablar demasiado, no pertenezco a ninguna red social actual y tampoco me interesa, es como si estuviese al margen de la sociedad, con la vista al frente y no a los ojos perturbadores de la gente al mirarme de arriba a abajo con asco mientras camino por la calle, por mi forma de vestir, supongo. Absurdo... Tengo que aprender a sobrellevar la soledad, no puede comerme por dentro, me gustaría tener la fuerza suficiente como disfrutar de ella y no tenerla como una enemiga más en mi vida de manera diaria, es algo contra lo que lucho instante tras instante.

"Alma de Dragón": 

Pensé que mi nuevo libro de fantasía sería un bombazo, que iría bien porque es diferente a todo lo que se ve por ahí, con una antigüedad en las palabras para ambientar la historia pero no parecía tener demasiadas ventas, no parecía que la gente captara la originalidad de la misma. Empecé a entrar en un espiral de frustración y sentimiento de fracaso, no había manera de que empezara a dedicarme a lo que me gustaba, iba a morir siempre a la tienda donde aún trabajo y que me impide darlo todo para escribir, algo que poco a poco iba desvaneciéndose de mi cabeza debido al mal recibimiento que había tenido el libro.

Aunque aquella noche oscura, todo cambió para mí, comprendiendo el mensaje que me quería dar la vida en ese momento. Me crucé con un joven que pareció ser un auténtico fan de la historia que había escrito, estaba entusiasmado de verme, quiso un autógrafo y un cálido abrazo, no podía creerse que se había cruzado con la escritora de el mejor libro que había leído. Pude entender que, aunque había gente que no valoraba lo que escribía, siempre había alguien que realmente sí lo hacía y disfrutaba de cada una de mis palabras, siempre habría alguien respaldando la pasión más preciada que tenía en estos momentos. Todo esto, me ha ayudado a decidir escribir una segunda parte de esta maravillosa historia que me inspiraron muchos de los libros que solía leer cada día...

Un futuro lleno de escritura:

Esta circunstancia tan inesperada, me hizo inspirarme, quizá podría mantenerme así al final de mi futuro libro. Un pequeño fracaso no podrá hacerme retroceder y renunciar a mis sueños, podré esperar a dedicarme a esto en cuerpo y alma cuando mi escritura se expanda a todos los lectores de la ciudad, seguiré en la tienda para poder pagar las facturas mientras miro un futuro de inspiración y éxito, si no he avanzado con el primer libro, podré hacerlo en el segundo. 

Tendré que aprender con el tiempo a vivir mi propia soledad, a tratarla como a una amiga fiel, a una verdadera compañera en vez de una enemiga que trata de apuñalarme a cada momento en el que decido respirar, es decir, siempre. Mi vida podría dejar de ser como la de mis padres, podría dejar de sentirme vacía y con la mente cansada, podría empezar a sentirme querida por mí misma... Sería alentador.

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