Personaje: Gael



Relato procedente: "Muñeco de Trapo" (Huellas del Tiempo).

Resumen: El joven Gael está encerrado en un muñeco de trapo debido a lo que él supone las malas acciones cometidas, por haber tratado a todas sus relaciones como simples muñequitas sexuales de usar y tirar. Una joven que le conocía y había estado con él, comprendió que no le importaba nada, así que, decidió coger ese muñeco de trapo que estaba en la mesa de su cuarto y empezó a meterle agujas en el corazón, después le dejó caer al suelo y se sintió romperse por dentro, dejó de respirar de repente.

Nombre: Gael Goffman.                                       Edad: 32 años.

Ciudad natal: Wisconsin.                                     Profesión: Jefe de multinacional.


Descripción física:

Recuerdo aquellos cabellos de un intenso color negro que ondeaban al viento, mi cuero cabelludo siempre sentía libertad. Mis ojos azules tenían una intensidad sin igual, era lo que hacía que las mujeres perdieran la cabeza por mí, al menos, eso solían decirme, aunque, la verdad, también tenía un bonito trasero. Mis labios gruesos tenían un toque rosado que siempre hacía creer a los demás que me los cuidaba mucho pero lo hacía con cada beso que robaba a la joven con la que quisiera acostarme esa noche. Todos los días iba al gimnasio, al menos tres horas para mantenerme en forma, también iba a que me exfoliasen toda la piel en las piscinas que tenían detrás del gimnasio, mantenía mi cuerpo muy bien cuidado y fuerte.

Descripción de la personalidad:

Según me han dicho, soy un fanfarrón y un egocéntrico de libro, tan solo me gusta mirarme y elogiarme a mí mismo y no me importan los demás, creo que es una muy buena definición. Me encantaba que me elogiaran, que me dijeran que les encantaban mis ojos o mi forma tan seductora de hacerlo en la cama y cómo consigo cambiar sus vidas en cuanto me conocen. No tengo la culpa de ser tan increíble y soñador, de ser tan irresistible. Nunca me he arrepentido de ser quién soy, de romper corazones y de tener ganas de comerme el mundo tras las borracheras y las noches de sexo desenfrenado.

Una infancia y una adolescencia rica:

Mis padres eran ricos y les encantaba llamar la atención en cualquier lugar para que todos supieran que teníamos dinero, de hecho, a mi madre le gustaba gritarlo y que yo lo comentara en el colegio, que me sintiera superior a mis compañeros, algo que empecé a preguntarme si estaba bien. Mi padre era el dueño de una enorme multinacional que vendía coches; quizá os preguntéis cómo ganaba tanto dinero, os diré que estafando, supe desde un primer momento que él no era trigo limpio pero sabía que todo ese dinero iría cargado a mi cuenta en cuanto ambos murieran, y así fue, no tuve que esperar mucho.

A lo largo de mi adolescencia, empecé a salir mucho, beber, acostarme con mujeres más mayores que yo y a gastarme el dinero que me ingresaba mi padre en el banco cada mes. En casa siempre discutíamos pero mi madre y yo jamás le dábamos la espalda a mi padre, ni siquiera protestábamos porque sabíamos que se nos terminaría el chollo en menos que se dice "hola", así que, permanecí el tiempo necesario en esa mansión tan maltratada de uso hasta que pude irme de allí cagando leches lejos de aquellos dos pirados. Pero, como siempre, me aseguré de que mi padre continuara ingresando dinero a mi cuenta, así que, si tenía que hacerle la pelota, se la haría hasta la muerte, en ese momento, ya podría insultarle a sus espaldas si quería.

Una vida llena de placeres:

Mi padre era adicto a la cocaína, se dejó mucho de sí mismo en aquella mierda, así que, no me extrañó que me llamara mi madre para decirme que él estaba en el hospital después de vivir solo unos cinco años. Ella estaba desconsolada, pero no porque mi padre se moría, sino porque se le terminaba el chollo a aquella mujer que ni siquiera estaba en su testamento debido a las múltiples infidelidades que había coleccionado entre sus piernas, aunque mi padre tampoco había sido un caballero, también tuvo sus momentos y yo sabía perfectamente que aquel matrimonio era una farsa, igual que nuestra familia, si se podía llamar así.

Cuando mi padre murió, mi madre se quedó sola y, en seis meses, fue capaz de gastarse los treinta mil dólares que mi padre había ingresado en su cuenta por si ocurría algo como esto, para que tuviese un colchón para seguir tirando hasta que encontrara un trabajo porque quería que la empresa me la quedase yo, quería que dirigiese la verdadera mansión de mi familia, era lo más preciado para él y lo que le traía era más dinero. Al haber gastado todo el dinero que tenía en el banco en ropa y otras tonterías que le costaban quinientos dólares al día, quiso sacarme dinero a mí, de hecho, vino a verme a la empresa porque sabía que yo estaba igualando a mi padre en ingresos, pero no pensaba darle ni un duro más a esa puta que me había descuidado tanto cuando era niño y por haberme criado con tan pocos valores, no pensaba darle nada. Así que, cuando se quedó tan pobre que el banco le quitó la mansión, se deprimió tanto que decidió suicidarse con pastillas, la encontraron en la bañera con la boca llena de espuma, finalmente había admitido que su vida era una mierda y había actuado como tal.

Por fin, pude empezar a rehacer mi vida. Cada noche iba a una discoteca distinta, me gustaba cambiar de mujer, nunca he sido hombre de una sola, me gusta ir saboreándolas como si fuesen piruletas. Muchas me han dicho que se sienten como muñecas de trapo usadas que sirven para una cepillada rápida pero, qué puedo decir, es para eso para lo único que sirven y, bueno, también para hacerme el puto desayuno cuando lo pido mintiéndoles con que las llamaré en unos días, no me importan sus vidas, no se por qué se creen tan importantes. El alcohol también me ayuda, digamos que me aburro tremendamente y me gusta dormir por el día y mantenerme despierto y activo por la noche para darles lo suyo a esas zorrillas mimadas.

Muñeco de trapo:

Después de una noche de lo más salvaje con Daniela y Josefine, recuerdo que Muriel (una de las chicas que me llevé a la cama no sé qué día, ni siquiera recordaba su color de ojos), vino a mi casa. Esperaba que estuviese enfadada porque no la había llamado pero empezó a susurrar cosas en un idioma extraño porque no entendía ni una sola palabra; empezaba a levantar cada vez más la voz hasta que sus ojos se volvieron de fuego y, de repente, me sentía encerrado en mí mismo, como si me hubiese hecho pequeño e insignificante y como si mis ojos se volviesen de plástico, había dejado de importar un poco menos de lo que esperaba.

Estaba claro que Muriel sí que se había ofendido porque no la había llamado y, mucho peor, porque había estado con otras mujeres a lo largo de este tiempo que no le había dirigido la palabra y la había tratado como otra de las mil mujeres que me había llevado a la cama, eso pareció no soportarlo queriendo hacérmelo pagar con no sé que magia porque lo que hizo fue eso, ¿verdad? Bueno, la cuestión más importante fue que me convertí en algo que no creía que podría convertirme, terminé como ellas, como muñecas para mí, así me quedé yo después de todo, roto, triste y despedazado, como alguien que no era nadie, como lo eran ellas para mí, una moraleja muy reveladora, ¿verdad? Lo había pillado pero no era suficiente, Muriel estaba demasiado dolida como para devolverme a mi estado humano, ni siquiera permitió una disculpa o una sola oportunidad, absolutamente nada... al fin y al cabo, me lo merecía.

Un futuro roto:

Después de aquellas agujas en mi pequeño corazón de muñeco de trapo, dejé de respirar, me disipé en el aire, ya ni siquiera permanecí en él, ni siquiera tenía carne ya. La empresa se ha ido al garete, mis colegas no sabían dónde estaba y mi sustituto no era ni la mitad de bueno que yo en el trabajo, así que, todo se fue al traste. Sin mí en el frente, nada va a ser igual, ni siquiera las jovencitas son algo, no darán ningún sentido en su vida al no conocerme, ¡menudo delito!

Tenía muchos proyectos en mente pero, permaneciendo en el otro lado, no podría hacer mucho más que atormentar a Muriel cada noche, seguirla para empezar su pánico por los muertos, por acentuarlo hasta que se muera de miedo, hasta que le dé un infarto por tanta susto. Dicen que soy muy sexy pero, también sé ser cabrón como mi padre, como aquel estafador que se llevaba de los pobres empresarios lo que podía. Mi venganza la sirvo poco a poco, templada y seductora... para que recuerde cada parte de mí y cada aguja en mi corazón de trapo.

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