Personaje: Sebastian




Relato procedente: "Inspirado en la Muerte" (Huellas del Tiempo).

Resumen: Sebastian es un hombre de cincuenta años que perdió a su hermana el año pasado debido a un ataque al corazón. Le fue tremendamente difícil superar su pérdida, por lo que, dejó su trabajo en el Cuerpo de Bomberos y se dedicó únicamente a escribir, ya que, la muerte de su hermana le inspiró a escribir libros sobre lo cerca que estaba la muerte de todo ser humano. Cuando terminó las cinco últimas páginas del libro que había escrito y tenía casi terminado, las leyó para detectar errores y se vio en el momento que él mismo había escrito, es decir, se encontraba dentro de esas hermosas páginas, las cuales, hablaban de las enormes ganas que tenía de volver a ver a su hermana en un bonito parque mirando la montaña y con el sol alumbrando sus caras, necesitaba una mejor forma de despedirse de ella. Todo ocurrió exactamente como él lo escribió, así que, decidió cumplir las últimas voluntades de Annia: volver al Cuerpo de Bomberos y seguir escribiendo como nunca.

Nombre completo: Sebastian Coller Armer                     Edad actual: 50 años

Ciudad actual: Los Ángeles                                                  Profesiones: Escritor y Bombero


Descripción física:

Mi pelo es corto y canoso, aunque por supuesto, años atrás lo tenía de un color castaño oscuro, pero ahora mis canas hacen constar que tengo una edad avanzada y me hace recordar que ya no soy tan joven como lo era antes; mis ojos castaños fueron los que dieron mucha esperanza a aquellos a los que salvaba de un edificio en llamas; mis labios finos siempre se intentaban convencer de que todo iría bien más adelante aunque el dolor fuera profundo, manteniéndose apretados con toda la seriedad que podían y evitaban esbozar una sonrisa para que nadie viera que mi agradable estado era ahora fingido después de la muerte de Annia; mi cuerpo ha sido siempre corpulento, debido a los ejercicios diarios que desde joven hacía en mi casa para conseguir tener el cuerpo que necesitaba para presentarme a Bombero, quería tener la suficiente fuerza para sacar a las personas que hiciera falta de un lugar donde no pudieran escapar, quería ser como superman, aunque luego me di cuenta de que todo no eran capas voladoras y fuertes músculos, comprendí que la vida era mucho más complicada que eso.

Descripción de la personalidad:

Siempre he sido una persona afable y con la que se puede confiar, aunque siempre muy callado y siempre guardándome para mí todos mis problemas, por ello, mi hermana me lo tenía que sacar a la fuerza, es decir, haciéndome preguntas sin parar hasta que me cansara y no tuviera otra opción que responder a ellas. Soy alguien muy responsable y previsor, calculo fríamente los días de mis publicaciones de libros y exactamente ese es como mi día meta para conseguir no retrasarme, aunque no siempre aparece la inspiración por arte de magia. Me ha gustado siempre ayudar a las personas de una forma u otra, es completamente gratificante darle a alguien algo que necesita y ver su cara de felicidad mientras lo recibe, o cuando salvas a alguien que pensaba que estaba a punto de morir en aquel lugar en llamas, o cuando coges el pequeño gatito de una mujer mayor de un árbol que cree que va a caer y va a morir... nadie sabe el significado que tienen estos actos para alguien como yo, sientes algo enorme que te llena tan solo viendo la iluminación de la cara de esa persona por el enorme favor que le has hecho o por la ayuda que le has proporcionado, es una experiencia única.

Debido a la muerte de mi hermana, todas aquellas cosas buenas que yo era o todas aquellas cosas que me producían verdadera motivación en la vida, desaparecieron. Me volví una persona aislada de todo, cuando antes siempre había sido alguien más influyente en la vida de aquellos a los que ayudaba; me paso los días metido en casa aunque no soporto el silencio y el vacío que habita en el lugar desde hace un año, es un sitio desierto... ahora soy alguien incómodo en su propia casa, alguien solitario y que necesita un poco de espacio para inspirarse y escribir, a parte de necesitar un agradable paseo para sentirme en mi lugar, como no me he sentido desde la muerte de Annia hasta ahora. Todo ha cambiado mucho, es increíble que también haya ocurrido en mi personalidad, en mis actos y en mi forma de ver la vida, todo ha terminado cambiando... y no soy alguien al que los cambios le hagan demasiado feliz.

Annia:

Annia siempre fue una mujer fuerte que no se dejaba impresionar por las sorpresas que le daba la vida, era alguien valiente que se enfrentaba a su vida con una sonrisa y era alguien algo inocente con las personas que la rodeaban, ya que, solía creer que las personas de su alrededor siempre iban a ser amables con ella y que nunca le harían daño. Nunca tenía miedo a la muerte, decía que cuando llegara, la abrazaría como abraza a una amiga que se encuentra por la calle, admiraba las cosas que era capaz de crear la naturaleza, como eran las flores, de hecho, le encantaban las amapolas. Era una mujer muy cómoda cuando estaba en casa, ya que, no le gustaba quitarse el pijama para nada, le gustaba quedarse para ponerse en el sofá tranquilamente a leer un libro o escuchar música mientras pensaba en lo que le acontecía su maravillosa vida; aunque cuando salía de casa, solía vestir muy formal, maquillada y encantándole el color rojo en sus bonitos labios.

Durante todo el tiempo que estábamos juntos, lo compartíamos todo como un matrimonio, discutíamos de igual forma y nos queríamos con locura. Nos encantaba pasar el día en casa comiendo palomitas y mirando una película alquilada o en la televisión, nunca le gustaron las películas sádicas o de terror, eran demasiado para ella, me apretaba la mano fuertemente y sentía que iba a rompérmela, dentro de lo que cabe me parecía gracioso. Siempre fue afable conmigo, tenía un don increíble para hacer amistades y tenía muchas ganas de vivir, lástima que no hubiera podido seguir viviendo mucho más para demostrarlo. Era admirable que supiera hacer tan bien su trabajo, era Trabajadora Social y le encantaban los niños, incluso formaba parte de una Asociación en contra de la Violencia Familiar; era increíble cómo defendía los derechos de aquellos niños que eran maltratados por sus padres.

Una infancia increíble: 

Nuestros padres fueron muy cariñosos con nosotros, pero mucho más con Annia, ya que, llevaban mucho tiempo esperando tener una niña; no es que me quisieran menos pero ella era la niña de sus ojos. Nos criaron de forma que Annia y yo como hermanos siempre estuviéramos unidos, siempre nos ayudáramos y siempre compartiéramos todo, ya que, lo que ellos querían era que cuando ellos murieran permaneciéramos juntos y que ninguno de los dos resultara desamparado. Por lo tanto, nuestra infancia fue especial, nos pasábamos los días jugando, correteando por el jardín y, cuando yo era más mayor, la ayudaba a hacer los deberes, e incluso cuando no sabía colorear, la enseñé a hacerlo y empezó a resultarle hasta interesante.

Annia todavía tenía seis años cuando yo fui a la universidad, me separé un poco de ella, ya que, empecé a vivir en Los Ángeles y nosotros siempre habíamos vivido a las afueras en una pequeña casita en el campo, siempre siendo personas muy humildes. Dejé la universidad, ya que, pensé en dedicarme más a ayudar a las personas y no a pasarme el día haciendo fotos a cosas que no sentía que tuvieran que ver conmigo; seguí viviendo en Los Ángeles, por lo que nada cambió, exceptuando el hecho de que me puse a estudiar para entrar en el Cuerpo de Bomberos, digamos que me encantó pensar en formar parte de algo tan grande como era ésto. Seguí estando lejos de mi familia y tan solo iba a verlos en fechas muy señaladas, ya que, tenía mi sitio en la ciudad, empecé a hacer amigos, iba a sitios interesantes y tenía una bonita casa cerca del centro, grande y preciosa, la verdad, todos mis amigos me envidiaban. Annia volvió a mi vida cuando tuvo dieciséis años, mientras yo tenía treinta, y fue uno de los momentos más duros e importantes para Annia, ya que, tuvo que mudarse a mi casa debido a la muerte de mis padres. Justo en éste momento, volvimos a estar tan unidos como lo estábamos antes.

Muerte de unos padres humildes:

Ésto supuso un cambio radical en nuestras vidas, ya que, Annia y yo tuvimos que coincidir en horarios, tenía que estar pendiente de ella para hacerle la comida, para ayudarla a hacer los deberes, para poner la lavadora y procurar que estuviera cómoda y que no notara tanto la diferencia de estar con mis padres a vivir con su hermano mayor de repente. Durante mucho tiempo, no era capaz de acoplarse a las circunstancias que la muerte de mis padres la obligaron a vivir, fue un momento muy duro para ambos pero mucho más para ella; yo nunca quise exteriorizarlo, lo vivía dentro de mí pero no le decía nada para no disgustarla.

Cuando empezó a quedarse a vivir en mi casa, no hablaba mucho, ya que, solo habíamos tenido relación cuando éramos mucho más jóvenes, de hecho, a penas estábamos juntos debido a todo el trabajo que tenía aquí, por lo que, tuvimos que empezar de cero. Decidí no decirle nada y que ella misma fuera sanándose a sí misma, que ella sola fuera preguntando, interesándose, queriendo salir de casa, proponiendo cosas para hacer... quería que fuera ella la que dijera "basta" y consiguiera superar todo lo ocurrido. Ésto empezó a suceder unos cinco meses después de que nuestros padres murieran, de hecho, me preguntaba cosas sobre la muerte y por qué las personas a las que amábamos tenían que morir, por lo que, le hablé con total sinceridad y tomé la decisión de ser como un padre para ella, enseñarla a pensar de una forma más objetiva, quería que supiera que debía aceptar el hecho de que la muerte nos tenía que llegar a todos, quisiéramos o no y que, siempre iba a tocarle a alguien que estuviera en nuestro alrededor porque si la vida existía, entonces la muerte también; le regalé un collar del ying y el yang para que recordara eso mismo toda su vida. Todo ésto cambió cuando Annia murió, no todo es tan sencillo y tan fácil para aquellos que están a tu alrededor, ni siquiera se acerca, entendí su pregunta a la perfección y me lo pregunté una y otra vez cuando ella se fue.

La muerte de nuestros padres definitivamente nos unió mucho más. Nos contábamos cosas que nadie más sabía, empezó a confiar tanto en mí que quería y ansiaba contarme todo lo que le ocurría en el instituto, más tarde en la universidad y lo que le ocurría incluso con los chicos con los que salía, tenía un gusto un poco especial para escogerlos, pero vamos a dejarlo ahí. Me gustó mucho acogerla en mi casa y, me atrevo a decir, que fue lo mejor que me pudo pasar en mi vida, ya que, pasé de no conocerla prácticamente a ser mi mejor amiga y aquella en la que más confiaba, ni siquiera necesitaba a nadie más. Al principio, fue difícil acoplarnos ambos a la nueva situación pero fuimos viendo que esa dificultad podía ser superada y empezamos a vivirla con algo más de comodidad, todo se volvió un poco más fácil poniendo ambos de nuestra parte en lo que se refiere a nuestra vida diaria.

Muerte de Annia:

Annia murió cuando tenía treinta y dos años, y este acontecimiento tan doloroso para mí hizo que me planteara muchas cosas en mi vida. Una de las cosas que pensé fue que me pasaba la vida preocupándome de los demás cuando yo estaba perdido, nunca me preocupé de mí mismo y de mis necesidades, me di cuenta de que tenía cincuenta años y de que no había hecho absolutamente nada en mi vida y que había pasado increíblemente rápido, me dio la impresión de que todo había sido una ilusión o un sueño del que tenía que despertar, me veía en la situación de dar siempre las cosas por hecho, nunca pensé en la muerte seriamente, nunca quise abrirle la puerta a ese pensamiento o sentimiento, pensaba que nunca me tocaría a mí o a un miembro preciado de mi familia por mucho que le explicara a mi hermana que debía aceptar el hecho de que todos morimos algún día y que nuestros seres queridos son los primeros en hacerlo o quizá nosotros, nunca se sabe; me di cuenta que no es lo mismo decirlo que sentirlo de verdad como la persona que está sufriendo una pérdida de una persona querida.

Cuando iba a trabajar y surgía un momento en el cual tenía que salvar a una persona que se había quedado dentro de un edificio en llamas y tenía que entrar allí y salvarla, veía la cara de Annia continuamente en todas aquellas personas que tenía que salvar, en todas ellas. Cuando sacaba a la persona del lugar en llamas, la miraba a la cara y veía a mi hermana, la salvaba y ya volvía a estar viva, sonreía pero desaparecía de mi cara en el momento en que volvía la apariencia física de la persona a la que había salvado y caía en la cuenta de que eso nunca pasaría, que las personas que mueren no vuelven jamás. Ésto empezó a pasarme tantas veces, que me vi en la necesidad de dejar el Cuerpo de Bomberos por un tiempo, era algo que me estaba consumiendo y necesitaba tiempo para pensar y dejar de pensar en todos los modos posibles en los que podría salvar a mi hermana, empezaba a ser algo delirante y me asustaba mucho.

Después de todo lo acontecido hasta el momento, decidí pedirle ayuda a un especialista, es decir, a un psicólogo. Este hombre era alguien experto en el tema, alguien que había ejercido durante mucho tiempo como tal, me podía asesorar en todo lo que hiciera falta y también fue como un amigo para mí, ya que, me ofreció dormir en su casa durante algún tiempo, debido a que no podía soportar el incómodo silencio que permanecía en mi casa, eran como voces gritando en silencio, mostrándome lo solo que me había quedado después de que Annia muriera. Nunca he dejado de ir a hacer terapia con él, ya que, me parece alguien que es capaz de ver la parte de tu mente que te obstruye para continuar, es el que puede hacer que superes las cosas y que puedas seguir adelante. 

Escritor inspirado en la muerte:

La muerte de mi hermana hizo que me preguntara muchas cosas, como bien he señalado anteriormente, por lo que, empezaron a agolparse muchas ideas y muchas respuestas en mi mente y cosas que necesitaba decir, cosas que necesitaba recordar de ella aunque dolieran. Un día, sin quererlo ni beberlo, cogí el ordenador y me puse a escribir, hasta que, sin darme cuenta pasé toda una noche con los dedos sobre el teclado de mi ordenador sin poder parar, habiendo escrito al menos cincuenta folios a groso modo. Me quedé impresionado con todo lo que escribí, no sabía que podría ser alguien capaz de hacer que varias personas se identificaran tanto en los que iban a ser mis futuros libros en los que se convirtieron esos primeros cincuenta folios. Conforme pasaron los días, yo seguía escribiendo sin poder parar, quería descansar pero yo mismo me quedaba pegado a la pantalla de mi ordenador, enamorado de mis palabras y del sentimiento que ponía en el mismo para que todo fluyera como si nada, de esa forma tan especial.

Charlotte fue una muy buena amiga de Annia y cuando me la presentó, me dijo que era una editora de una de las editoriales más importantes de Los Ángeles, así que, me aventuré a llamarla, ya que, Annia me la presentó con la intención de que acabara siendo mi compañera sentimental, aunque siempre me pareció una joven bastante loca, bastante vividora de la vida misma y algo explosiva, llegó a ser algo indescriptible para mí. Conseguí que Charlotte se interesara en mi libro, por lo que, empezó a editar para mí a partir de ese momento; es una especie de fan y siempre me ha apoyado mucho desde la muerte de Annia, estaba muy unida a ella también y siempre supo que nos teníamos un cariño especial, por lo que, se vio interesada en todo lo que escribía por eso y por mis constantes intentos de escapar de sus garras de leona. Al final, hemos acabado siendo muy buenos amigos, aunque solo nos juntamos por temas de trabajo.

El banco cerca de las montañas:

El momento en que leí aquellos últimos cinco folios que dieron por terminado mi tercer libro, me transportaron de alguna manera a un lugar precioso, alejado de todo mundo real para llevarme a otro donde pudiera despedirme de Annia. Todo lo que escribí es lo que sucedió en aquel momento en que nos vimos, nos abrazamos y hablamos de algunas cosas importantes, a parte de decirme cuáles eran sus últimas voluntades: que volviera al Cuerpo de Bomberos, el lugar al que siempre había pertenecido, y que siguiera escribiendo libros. De alguna manera, aquel encuentro con ella en aquel lugar fue doloroso y algo terapéutico a la vez, ya que, por una parte, necesitaba despedirme de ella, ya que, en su momento no me dio tiempo debido al repentino ataque que sufrió mientras paseábamos por aquel parque y, por otro lado, fue doloroso volverla a ver y no querer soltarla, no querer dejarla ir e incluso, querer quedarme con ella.

Me di cuenta de que aquel lugar era muy solitario, parecía que era el lugar donde ella iba a estar el resto de los tiempos, para siempre, me creó una pena tan profunda que, cuando desperté de mi trance, no pude evitar que las lágrimas rozaran mis mejillas y que me preguntara: ¿cómo iba a poder acostumbrarse a estar sola si siempre había estado conmigo en mi casa? Lo estaría pasando exactamente igual de mal que yo, soportando el silencio, caminando sin rumbo alguno por aquel lugar solitario, todos los días sentada en aquel banco con el viento rozando aquella cara fina y pequeña, todos los días recordando... era desesperante, que me lo contaran a mí.

Un futuro cumpliendo las últimas voluntades de Annia:

Después de aquel episodio tan significativo en esa despedida tan importante para mí, decidí volver al Cuerpo de Bomberos y seguir salvando a todas aquellas personas que necesitaban mi ayuda, mi hermana siempre me admiró por ello. Su rostro se iluminaba cada vez que llegaba a casa contento de haber salvado una vida, aunque solo fuera una, de una persona importante, de un mendigo o simplemente de una persona normal, siempre estaba esperándome en el sofá con la cena preparada y con los ojos puestos en mí esperando a que le contara una nueva aventura de mi trabajo, aunque siempre estaba en un riesgo continuo. Siempre le encantaba que me importara tanto la gente, que dejara de pensar en mí para pensar en otros, eso la llenaba de orgullo y siempre decía que acabé siendo la persona más noble y humilde que conoció jamás.

La última voluntad de Annia también fue el hecho de que quería que siguiera escribiendo con aquel sentimiento tan profundo, que la recordara en todas aquellas páginas que hacían que mi público empatizara tanto con mis palabras, que dejara de pensar en lo que podría haber sido y que me lanzara a ganar best sellers. Ella siempre tan entusiasta, maravillada por lo éxitos de los demás y siempre poniendo la vista a lo grande y sin importar nada más.

Siempre recordaré a aquella joven con abrigo amarillo y ojos profundos que siempre me instó a que fuera alguien valiente, humilde y que siempre estuvo orgullosa de mí, siempre la tendré en cuenta en cada página de mis libros y en cada persona a la que salve, siempre estará presente en todos mis días siempre que entre o salga de mi casa, siempre está en mis pensamientos, en mi corazón y en mis palabras, siempre será alguien a la que querré por muchos años que pasen.







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