Personaje: Sally




Relato procedente: "Vidas Diferentes" (Huellas del Tiempo).

Resumen: Este relato habla sobre una joven que reside en el psiquiátrico, el lugar que eligió su familia y su ex marido con el fin de que se curara de sus visiones; una de ellas es una joven abogada que tiene un marido romántico, atento, cariñoso e increíblemente dulce, mientras que, su otra visión da lugar a una joven que es policía corrupta y que intercambia intereses monetarios o sexuales por quitar una multa o hacer la vista gorda ante un asesinato. Sally casi logra salir de aquel lugar infernal, pero no lo consiguió después de aquella entrevista catastrófica al presenciar una de sus visiones con la policía corrupta provocándole convulsiones. Por lo que, se queda en el psiquiátrico y decide que no quiere ayuda alguna y acepta que se va a quedar allí toda su vida.

Nombre completo: Sally Wonders Meyer                          Edad: 32 años

Ciudad actual: EE.UU                                                     Estado civil: Divorciada


Descripción física:

Mis cabellos enmarañados son castaños y lisos, me llegan a la mitad del cuello, con unas puntas algo estropeadas, siempre intentando mantenerlo limpio. Mis ojos tienen el mismo color que mis cabellos, siempre algo aguados debido a las lágrimas después de cada sesión con el Doctor Cornigan, y a veces, de confusión después de cada visión. Mi labio superior es fino, al contrario que el labio inferior, al cual, le gusta más ser grueso; aunque no suelo sonreír demasiado o tampoco suelo besar a nadie con ellos, me son de gran utilidad para mostrar lo enfadada que estoy apretándolos con fuerza y acompañando este acto con los brazos fuertemente cruzados. Mi cuerpo es esbelto, algo cansado de soportar tanto dolor y tanta carga en mi espalda, no querer curarme es algo que he decidido pero mis visiones van a seguir siendo un peso y un peligro para mí, debido a que a la policía corrupta le encanta provocarme fuertes taquicardias y convulsiones cada vez que la veo, por supuesto no me gusta su mala praxis en su trabajo. Tengo un tatuaje en el hombro derecho de color azulado, formando movimientos parecidos al mar, desde mi punto de vista. Al ser internada en el psiquiátrico, cada día llevo un atuendo blanco sin ningún tipo de bolsillos, para que no podamos meternos ningún tipo de arma con terminaciones puntiagudas, cosa que no me gusta; siempre llevamos la misma ropa aburrida y poco colorida, por lo que, solemos tener varios para cada día, para que nos puedan lavar los que están sucios.

Descripción de la personalidad:

Me considero una persona que no está de acuerdo con los patrones de la sociedad, siempre te marcan algo en lo que creer, algo que debes hacer para ser como el resto, siempre debes sentirte de la misma forma que ellos, te conviertes en un robot programado desde que vienes al mundo, o por lo menos, eso es lo que te espera. Normalmente, suelo sufrir mucho, debido a mi inútil terapia, llamada así por mí, ya que, la he suspendido porque no creo que me sea de ayuda, creo que lo que más me ayuda es la soledad, otra característica muy fuerte de mi actual vida. Suelo ser demasiado solitaria, no suelo relacionarme con otros internos que viven aquí, ya que, prefiero que cada uno vague por sus propias locuras alejados completamente de mí, no necesito que nadie venga a molestarme. Soy una persona muy directa, lo que pienso lo digo y cuando creo que algo es una pérdida de tiempo, simplemente mi boca ayuda a que este malestar sea pronunciado. No creo que mis visiones sean algo malo para mi mente, cosa que mis médicos piensan que es un completo error, ¿qué sabrán ellos? En cierto modo, creo que me ayudan a ver otras cosas que suceden en el mundo, como una abogada entregada a su trabajo y a su familia, y su parte contraria, una policía que después de tanto tiempo en su trabajo, ha decidido volverse corrupta y aceptar sobornos de cualquiera para obtener dinero extra a parte de su bien remunerado salario, sin familia, ni amigos, ni ataduras, solo ella y el desconocido que la hubiera sobornado con sexo, drogas o dinero, o las tres cosas a la vez. Me siento como alguien invisible, alguien que no ha servido de mucho a los demás y poco espabilada, ya que, me suelen hablar como si fuera inútil o como si fuera en pañales con treinta y dos años que tengo ya, es absurdo, pero sigue existiendo.

Un pasado de visiones que me llamaban:

Cuando era pequeña era alguien muy normal, vivía en una casa enorme con un precioso jardín verdoso y con unos encantadores columpios en los que me solía divertir cada mañana. Cada día salía allí a pensar, a reflexionar sobre todo lo que acontecía en mi vida, aunque todavía era muy pequeña para eso, pero muy inteligente; la cuestión es, que uno de esos días, cuando el sol estaba en lo alto con aquel calor intenso que provocaba, yo estaba sentada y paralizada en aquel columpio desde donde iba a tirarme, pero que no podía, ya que, acababa de ver una visión sobre mí misma en otro lugar, en una casa y con una familia distinta a la mía, veía a una joven inteligente e intuitiva que le encantaban las series sobre criminales y que pasaba de ver aburridos dibujos animados como hacía yo. En aquel momento, me pareció algo extraño pero lo dejé pasar y seguí jugando como siempre hacía, hasta que otro día después de unos cuatro meses, me volvió a ocurrir pero, ésta vez, con una niña hermosa, espabilada y muy juguetona, era muy querida por sus padres, los cuales eran abogados y que adoraban todo lo que ella hacía, siempre vestida con aquellos vestidos adornados con lazos y de colores tan vistosos.

Este tipo de visiones solían venir a mí cada cierto tiempo, esta vez sucedieron con cuatro meses de diferencia, pero más tarde pasó un año desde la última visión, lo cual, significaba que eran intermitentes, no solían aparecer tan a menudo, por lo que, seguía sintiéndome como una niña inocente y normal como el resto, sin necesidad de preocuparme por aquello. Pero conforme iba creciendo y teniendo la edad suficiente como para pensar en mi vida como alguien adulto, empecé a darme cuenta de que también crecían mis visiones, se hacían más realistas y cada vez tenían menos tiempo de diferencia de unas a otras, haciéndose también más intensas y haciendo que una de ellas me provocara fuertes taquicardias. Quería decírselo a mis padres pero era imposible que me creyeran, no quería que pensaran que era un bicho raro, así que, me callé intentando controlar la situación, intentando que todo esto no me explotara en la cara; podía controlarlo, por supuesto, no eran acontecimientos muy graves, solo veía a dos adolescentes exactamente con el mismo físico que yo viviendo sus propias vidas paralelamente dentro de mi cabeza, acompañándome en el difícil recorrido de la mía.

No solían presentarse demasiado a menudo, aunque fueran creciendo, así que, seguí mi vida como si no pasara nada. Cuando ya tuve unos veinticuatro años, conocí a Roger, un joven apuesto que tenía unos treinta años, era atento y amable, aunque no tuviera lo que tenía que tener mientras yo permanecía en el psiquiátrico, digamos que me abandonó; en fin, a lo que iba: nos conocimos y fue como un flechazo, nuestras miradas se encontraron y una cosa llevó a la otra, haciendo que dos años después nos casáramos y mis visiones aumentaran, eran tan intensas que, cada vez que aparecían mis ojos se quedaban completamente desorbitados, mi boca abierta y mi respiración entrecortada, con mis manos apretándome el pecho para que no se me saliera el corazón de lo fuerte que palpitaba. Las visiones llegaron a aparecerme unas dos veces al día, así que, Roger necesitaba saber qué narices me estaba pasando pero, yo no estaba segura de decírselo hasta que me amenazó con divorciarse de mí si no era totalmente sincera con él.

- Necesito saber qué es lo que te está pasando - me dijo seriamente, se notaba por cómo me miraba que estaba preocupado - Puedes confiar en mí.

- Vale... pero lo que te voy a decir no te va a gustar lo más mínimo, es bastante inquietante o raro o... algo - le respondí algo nerviosa, no sabía si era momento para comentar algo así, pero me estaba dando una razón para confiar en él, era mi marido - Tengo visiones en mi cabeza, como si tuviera otras dos vidas distintas revoloteando en ella como si fueran totalmente reales. Se llaman como yo, mismo físico, misma edad... una es abogada y la otra es policía; suelo ponerme así porque las visiones son muy intensas, he intentado controlarlas pero se han vuelto muy fuertes y las noto como algo muy real, como si en ese mismo momento estuviera en el cuerpo de una de ellas.

Miré su cara, estaba flipando, no sabía cómo encajar ésto y yo tampoco, aunque como pareja deberíamos haber llegado a una solución. Su increíble forma de solucionar el problema fue llamando a mis padres y contándoles todo lo ocurrido como si fuera la historia de otra persona, como si fuera alguien que no era su hija; por supuesto, mis padres se volvieron locos, estaban completamente consternados y no sabían explicarse cómo su hija no les había contado nada de todo ésto años atrás, cuando empezó a surgir todo en su cabeza. La respuesta era obvia: para evitar este disparate. 

Todo esto acabó en que a mis veintiséis años fui internada en un psiquiátrico, después de que el Doctor Cornigan se pasara por mi casa a examinarme y tomar la decisión de llevarme a su gran mansión llena de depravados mentales. Después de ésto, no volví a saber nada más de mi familia ni de mi ex marido, ya que, me llegaron los papeles del divorcio un año después de lo ocurrido.

Un futuro encerrada:

Después de intentar salir del psiquiátrico intentando mantener bajo control mis visiones sin éxito, volví al despacho del Doctor Cornigan para que eliminara mis sesiones de su agenda, iba a prescindir de sus servicios, ya no me sentía con ganas de salir fuera de aquel lugar, había aceptado totalmente que iba a quedarme allí de por vida, que iba a pasar el resto de mis días encerrada en aquella estúpida habitación tirada en la cama y viendo cómo vivían mis otras dos compañeras de mente, una viviendo como una persona íntegra y honrada, la otra como una corrupta y viviendo su vida al límite. Jamás imaginé que todo esto se volvería en mi contra, jamás creí que las personas a las que amaba me venderían de aquella manera a éstos locos psicópatas que me tienen aquí encerrada, nunca imaginas lo que puede pasar cuando te traicionan de ésta manera.

Después de las comidas, me suelen dar unas tres pastillas para que las visiones dejen de aparecer con más frecuencia, son tranquilizantes. Creen que en los sueños no aparecen, menuda gente más estúpida, aparecen tanto en los sueños como en mis pensamientos, no es nada nuevo, aunque quizá se me olvidó comentarlo en la primera cita con el Doctor Cornigan. Éstas adorables pastillas no van directas a mis riñones, qué va, me encargo de que se depositen en lugares de mi boca donde sean ilocalizables para no tener que pasar mi vida durmiendo en una cama todo el día y para mantenerme callada. Cuando los supervisores o algunos médicos entran en mi habitación para ver si me encuentro en ella, suelo hacerme la dormida para que crean que me he tomado sus medicamentos de mierda y que no quiero que me molesten, ya que, sueño con los angelitos de mis dos acompañantes especiales.

La exitosa abogada:

Los cabellos de Sally, la joven abogada de mi visión, son de un color anaranjado, posados sobre sus hombros formando al final una especie de honda perfecta, haciendo que su pelo quede completamente fino para que sus hijos puedan deshacérselo cuando les apetezca jugar con él, a ella le encanta que hagan eso. Sus ojos verdes muestran unas ganas enormes de vivir, de compartir su vida con su marido y sus adorables niños Zaira y Collin. Sus labios finos hacían que cada sonrisa iluminara todos aquellos lugares donde iba, enseñando aquellos dientes blanquecinos que siempre se cepillaba tres veces al día. Su cuerpo esbelto y atlético hacía ver que a esa preciosa mujer le encantaba hacer ejercicio y mantenerse en forma, aparte de comer sano y mantener el mismo peso. Su forma de vestir era especial y algo cara, ya que, le encantaba que sus vestidos fueran de primera calidad para que duraran más y no tuviera que comprarse uno cada semana, le gustaban aquellos que estuvieran formados por una camisa bien planchada y una falda que le tapara hasta un poco más abajo de las rodillas, así es como ella se sentía formal en el trabajo.

Su vida era plena, tenía todo aquello que quería y su familia la adoraba. Había conseguido el trabajo que siempre había soñado gracias al trabajo duro que realizaba cada día en la universidad, estudió tantísimo que aún recuerda todas las asignaturas que tuvo. Consiguió que la contrataran en el buffet de abogados más importante del país, realmente se lo merecía y acababa de formar parte de las personas o visiones a las que más admiro. Es una persona fuerte, decidida, no tiene miedo de nada, es feliz y tiene todo lo que deseaba, ¿por qué no puedo tener yo eso y mi vida se ha vuelto tan complicada? Ésta visión hace que mis pulsaciones se relajen y que me sienta como si estuviera en un sueño y esa fuera mi vida, esta vida no me provoca ningún tipo de sensación fuera de lugar, solo envidia, envidia sana y cochina.

Una policía corrupta y puñetera:

Ésta joven era exactamente igual que yo en su aspecto físico, no había cambiado tanto como la exitosa abogada, solamente en que lleva un uniforme azulado de agente de policía. Ésta chica es terriblemente puñetera, ya que, con sus actos hace que mis pulsaciones aumenten trágicamente y que me provoquen taquicardias y convulsiones, es increíble... Muchas veces es agente de tráfico, es decir, que una mayor parte de su tiempo en el trabajo lo pasa poniendo multas en la carretera, por lo que, es mucho más fácil quitar multas a aquellos que se lo piden. Su falta de ética e integridad es lo que más odio de ella, es capaz de aceptar sobornos de todo tipo de gente, desde chavales de dieciséis años que aún no saben de qué coño va la vida hasta hombres de sesenta años, me pone realmente enferma... Los sobornos suelen ir acompañados de sexo, dinero o drogas, desde la última semana, ya que, se tiró a un tipo para retirarle una multa y se drogó mientras se tiraba a una mujer en el jardín de su casa, como si fuera una prostituta a domicilio, es deprimente...

En su pasado, ha tenido toda clase de problemas. Sus padres eran terriblemente exigentes con ella y, si no cumplía con lo que ellos le decían, simplemente le pegaban, algo que me pareció muy injusto, así no se cría a un hijo. Ésta violencia doméstica hizo que ella se convirtiera en policía, fue algo que melló mucho en ella y quería cambiar algo de verdad en aquellas personas que maltrataban o asesinaban a sus seres queridos, algo que ahora parece que no le importa lo más mínimo, dado que ha encubierto un asesinato tirándose a una mujer y metiéndose dos rayas de cocaína.

Ésta mujer me da pena y me da qué pensar, es como si mi mente me mostrara dos casos completamente distintos en los que yo podría elegir quién ser: una honrada mujer enamorada de su trabajo e increíblemente profesional o una mujer desastrosa que solo mira por ella misma y que pronto acabará en la cárcel por ser una corrupta y por tener ausencia de ética.

Así es mi vida, más que complicada...






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